La obra menos conocida y divulgada de Salvador Dalí, los grabados y dibujos con los que ilustró clásicos literarios, saca a la luz la faceta más crítica y moralista del artista con el devenir de la humanidad.

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Ya desde 1946, el genio de Figueres (Gerona) comenzó a ilustrar textos literarios, como “La Divina Comedia” o fragmentos de la “Biblia”, hasta alcanzar el medio centenar de obras iluminadas por su particular visión. Una producción casi inabarcable que incluye las setenta y dos estampas y grabados que muestra la exposición “Salvador Dalí. Imágenes de historias”,  inaugurada en el Palacio de Sástago de la Diputación de Zaragoza y que podrá verse hasta el 11 de enero en la capital aragonesa.

El controvertido artista Salvador Dalí se muestra en esta obra como un dibujante de “primera magnitud”, capaz de distorsionar la imagen con su sello particular y con unos trazos “hábiles y rápidos”, ha señalado en la presentación uno de los comisarios de la muestra, Jesús María González. Todo ello acompañado de una crítica “mordaz” que cuestiona el devenir de la humanidad y que refleja la faceta más “comprometida” y moralista del genio que acuñó la frase de “el que quiera interesar a los demás tiene que provocarlos”, ha indicado. Así queda reflejado en las estampas, grabados y dibujos con los que ilustró ediciones de tres clásicos de la literatura, como son “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes; “Los sueños caprichosos de Pantagruel”, de Rabelais, y “Las fábulas”, de La Fontaine. Lo hizo copiando y recreando imágenes e ilustraciones antiguas, “dalinizando” la obra de sus predecesores, con el convencimiento de que aquellos que no quieren imitar nada “no producen nada”, ha explicado González.

En la serie “Las fábulas de Fontaine”, integrada por doce estampas, Dalí dibuja animales parlantes que encarnan las virtudes y defectos humanos, en los que incluye uno de los motivos más conocidos de su iconografía, los elefantes con patas de jirafa. En las veinticinco litografías de los “Los sueños caprichosos de Pantagruel”, el artista catalán expresa su crítica hacia las instituciones del momento, dando paso a las treinta y cinco estampas de la serie dedicada al “Quijote”. Es con estos dibujos con los que Dalí se siente más identificado, en concreto con el mundo paralelo y surrealista de don Quijote, una figura a la que admira hasta el punto de que se apropia de ella y la incluye en muchas de sus dedicatorias. “Salvador Dalí tenía muchas formas de firmar y en muchas de ellas incluía un pequeño dibujo del Quijote”, ha comentado Gloria Patón, comisaria de la muestra, junto a Jesús María González.

El artista, ha dicho, se veía como un “héroe”, como un soñador con una fantasía desbordante que, al igual que don Quijote, intenta arreglar el mundo a su manera.  Estas estampas, diez láminas en acuarela a color y treinta dibujos en blanco y negro, ilustraron el primer volumen del texto editado por Emecé en Buenos Aires en 1957 y están ordenados en la exposición por orden cronológico.
Las obras de la exposición forman parte de “Los ciclos literarios de Dalí” de la Fundación Museo de Artes de Grabado y la Estampa Digital, de Riveira (A Coruña).

 

IMAGEN: Algunos de los los grabados y dibujos de Dalí expuestos en el Palacio de Sástago de la Diputación de Zaragoza. EFE