Los nubios se han enfrentado a lo largo de las últimas décadas a retos que amenazaban su identidad, pero han logrado mantener una forma de vida y una cultura propia que ante la crisis del sector del turismo en Egipto puede ser su baza.

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Y es que la vida transcurre a ritmo lento e incluso parece a veces detenerse en la ciudad de Asuán, donde vive una importante comunidad nubia -autóctona y desplazada- en coloridos poblados de viviendas de adobe. Una tranquilidad y un silencio que atrae a aquellos egipcios y residentes extranjeros saturados del caos de las grandes ciudades y ávidos por adentrarse en una cultura diferente. En el pueblo de Garb Suheil, donde se mudaron en 1934 muchas familias nubias cuyas casas quedaron anegadas tras la construcción de la presa antigua en el río Nilo, varias casas particulares ofrecen habitaciones a los visitantes garantizando una experiencia cien por cien nubia.

Una casa nubia

Naser Ebdin, de 55 años, explica que su casa de tonos azules funciona también como cafetería y alojamiento para permitir a los turistas “vivir con una familia nubia y descubrir su cultura”. Sus cuatro habitaciones eran antes requeridas solo por extranjeros, pero cada vez más egipcios conocen el lugar y se interesan por este tipo de estancias, algo positivo debido a que desde 2011 las visitas foráneas a Egipto han caído drásticamente a causa de la inestabilidad política y de seguridad. También en Garb Suheil, junto a un mercado repleto de artesanía nubia, se ubica el hotel Anakato, que abrió en 2008 y cuenta con tres casas -Wer, Owy y Toski (uno, dos y tres, en nubio)- con 19 habitaciones sencillas y amuebladas al estilo local. Este hotel se vende como “un nuevo concepto” destinado a los amantes de la naturaleza y la relajación: “Los muros de estas casas únicas narran la historia de un pueblo que no ha cambiado y cuya cultura, lengua e historia se mantienen intocables y misteriosas para los foráneos”, dicen sus fundadores en la publicidad del hotel.

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La joven Shaimaa, la gerente de Anakato, comenta que esa filosofía original es lo que atrae a los clientes hasta en épocas de crisis, aunque con el aumento del público egipcio han tenido que adaptarse a “sus gustos”. Para ello, inauguraron en octubre pasado un nuevo establecimiento con cinco habitaciones y dos suites a cinco minutos en barco del hotel original, que “mantiene la esencia nubia pero incluye comodidades de hoteles modernos”, según Shaimaa.

La arquitectura tradicional en adobe se complementa con cúpulas para conservar un ambiente fresco en el interior de las habitaciones, que se abren en torno a patios y acogen a familias completas. En una de esas casas vive Shukri Rabia, un funcionario de 40 años, acompañado de su mujer y sus tres hijos, así como de su suegra, dos cuñadas, un cuñado y dos sobrinas. De carácter hospitalario, Rabia prepara un té para los invitados y pan casero recién horneado, mientras cuenta -sin perder la sonrisa- los obstáculos que ha tenido que superar su pueblo. “Antes de la construcción de las presas éramos autosuficientes, vivíamos de la agricultura, y nuestra cultura y lengua estaban más extendidas”, explica este nubio, que complementa sus ingresos cuidando la mezquita con los que obtiene de preparar excursiones en camello para los turistas.

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En su opinión, el fallecido presidente Gamal Abdel Náser, quien ordenó la construcción de la gran presa de Asuán (1959-1970), que terminó de desplazar a los nubios con la creación del lago Náser, “tenía miedo de esa unidad y sentimiento de nación”. Ahora están dispersos por todo Egipto, pero su presencia destaca en Asuán, donde además de Garb Suheil tienen fama los pueblos de Siw y Kuti, en la faraónica isla Elefantina, cuyos habitantes se dedican a la agricultura, y más ahora que los turistas escasean. Mustafa Mohamed, que planta en sus tierras habas, berenjenas, dátiles, tomates y cebolla, cuenta con orgullo que Elefantina siempre estuvo habitada por nubios.

La antigua Nubia y los faraones

La antigua Nubia, un reino independiente que abarcaba lo que en la actualidad es el sur de Egipto y el norte de Sudán, fue codiciada por los faraones, que durante algunas dinastías lograron imponer su hegemonía sobre ese territorio. Las nuevas generaciones ya no hablan el idioma nubio, ya que en las escuelas solo se enseña árabe, y la cultura se ha ido mezclando con la árabe por el aumento de los matrimonios mixtos, indica con pesadumbre el agricultor Mohamed. Sin embargo, muchas tradiciones se mantienen intactas y es esa autenticidad su atractivo, como su carácter supersticioso, que lleva a los nubios a protegerse colocando en las puertas de las casas herraduras de caballo o incluso cabezas de cocodrilo. Marina Villén_EFE

IMÁGENES: Fotografías del día a día de los nubios. EFE