Los panfletos y otras publicaciones de tipo propagandístico se convirtieron en un arma más de resistencia contra la invasión francesa durante la Guerra de la Independencia, como revela una exposición instalada en el Museo de Artes y Costumbres Populares de la Fundación Unicaja, en Málaga.

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Firmado por “un presbítero andaluz vecino de Málaga”, en esta ciudad se publicó en 1808 una exposición literal del capítulo XIII del Apocalipsis con el esclarecedor título de “La bestia de siete cabezas y diez cuernos o Napoleón emperador de los franceses”, y se puede contemplar en esta exposición de fondos del Archivo Díaz de Escovar, también perteneciente a la Fundación Unicaja.  No fue la única incursión eclesial en la resistencia, puesto que en 1811, quien se calificaba como gobernador del Obispado “en los pueblos libres de la opresión del tirano” publicaba una carta pastoral en la que negaba obediencia al presidente del Cabildo nombrado por los invasores y alardeaba de su rebeldía al rey José Napoleón.

En Cádiz se editó también en 1808 una “Queja o reclamación de España a todos los franceses de honor y rectitud con una breve refutación”, y, en el bando opuesto, un año después José Napoleón establecía en un decreto que todo empleado público debía “jurar cumplir sus obligaciones con el solo objetivo de la felicidad de la nación y de la gloria del rey”. El panfleto “El sueño de Napoleón” relataba que “su majestad imperial y real, algo sofocado con las indigestas noticias que de Madrid se le comunicaron con fecha del 21 de julio de 1808, se tiró en un sofá, arrancándose los sesos, escupiendo blasfemias y forjando amenazas contra todo piante y mamante del Reino español”.

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Otra publicación impresa en 1810 se dedicaba “Al 19 de julio y a la eterna memoria de los vencedores de Bailén”, y un folleto publicado en Tarragona el mismo año se preguntaba literalmente en su título “¿Qué es lo que hasta aquí ha dilatado el acabar con los gabachos que infestan nuestra España?”. Por su parte, un folleto de 1812 criticaba a los afrancesados y especialmente a los empleados que permanecieron en sus cargos durante la invasión, de los que decía que “son unos pícaros, se quedaron con los franceses, han disfrutado comodidades y cobrado buenos sueldos”. “Apartaos de mí para siempre, genios melancólicos, entes desnaturalizados, fanáticos fantasmas, y para decirlo de una vez, una turba o cuadrilla de bribones, que debiéndose buscaros aun en el centro de la tierra, estáis viviendo entre nosotros, haciendo alarde de vuestra cobardía y delitos”, rezaba este escrito.

Esta exposición forma parte del proyecto “Las huellas de la Guerra de la Independencia en los archivos y bibliotecas malagueños”, que se desarrolla en una veintena de salas de la provincia de Málaga con motivo del segundo centenario de la contienda, y que es una de las actividades paralelas de las jornadas sobre esta temática que se celebrarán del 24 al 26 de septiembre.  EFE_José Luis Picón

IMÁGENES:  Uno de los documentos que se muestra en la exposición “Las huellas de la Guerra de Independencia”  y
vista de la exposición. EFE