Escondidas tras una selva que durante siglos las protegió de la mirada de extraños están las pinturas rupestres de Cerro Azul, formación de la Serranía de La Lindosa conectada con el Parque Nacional Natural de Chiribiquete, incluido por la Unesco en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad.

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Esta maravilla natural de Colombia ocupa parte de los departamentos de Guaviare y Caquetá, en el sur del país, y cuenta con 4.268.095 hectáreas protegidas, según la ampliación anunciada este lunes por el presidente Juan Manuel Santos en una visita que hizo a la zona de La Lindosa.

“Estamos presenciando algo muy importante para nuestro país, Colombia, y para el mundo, para la Humanidad; estamos en la Serranía de La Lindosa que la acabamos de declarar como área protegida. Esta serranía pertenece al Parque de Chiribiquete que es tal vez el centro de biodiversidad mas importante del mundo”, manifestó.

El mandatario no exageró si se tiene en cuenta que al reconocer al Parque de Chiribiquete como primer sitio mixto cultural y natural de Colombia, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco reunido en Manama (Baréin), destacó las características geológicas y su condición de hogar de pueblos y especies autóctonas.

Según la Unesco, una de las características “más impresionantes” de Chiribiquete es la existencia de numerosos tepuyes, mesetas abruptas y cimas planas, donde se han contabilizado más de 75.000 imágenes rupestres en esas formaciones rocosas.

Una de ellas es Cerro Azul-La Lindosa, al que se accede por un camino abierto en medio de la selva y que parte de un punto en las vastas llanuras del Guaviare al que se llega por tierra desde San José, la capital regional, distante unos 50 kilómetros. Una vez se inicia la subida al cerro de más de 200 metros de altura y casi en línea recta, se entra en un ecosistema donde corren cauces de agua cristalina, árboles de largas raíces color naranja que asoman en el suelo y forman una especie de corredor para subir a la cima, troncos cubiertos por verdes tapetes de musgo, mariposas multicolor, orquídeas salvajes, hormigas rojas y una multitud de insectos.

Después de media hora de subida el visitante tropieza con una gigantesca roca blancuzca que parece haber sido instalada en la cima, el tepuy de Cerro Azul, cuya majestuosidad apenas da tiempo al asombro, sustituido de inmediato por la admiración que producen las pinturas rupestres que decoran la montaña de piedra. Figuras antropomorfas, formas geométricas, animales y plantas pintadas por el hombre primitivo en las paredes de esta formación de origen precámbrico componen un mural de unos cien metros de largo por más de 20 de alto, el principal de los miles que tienen el Cerro Azul y la Serranía de la Lindosa.

“Las dataciones arqueológicas que se han hecho evidencian que ha habido presencia humana desde hace más o menos 12.000 años en este espacio, es decir que esa puede ser la profundidad temporal de estas pinturas“, explicó el investigador Andrés López, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).

Esta maravilla natural y cultural fue descubierta hace unos 30 años, pero por el conflicto armado colombiano solo ahora empieza a estudiarse ya que durante décadas la guerrilla de las FARC dominó este territorio lo que imposibilitó cualquier expedición científica.

Según el exviceministro de Medio Ambiente Ernesto Guhl, en los últimos años la zona estuvo a salvo de “procesos de intervención y deforestación” porque estaba “protegida por el temor” a las FARC, pero con el fin de esa guerrilla el mundo podrá conocer y estudiar esta riqueza escondida.  “Hoy en día es mucho más fácil acceder a toda esta región y disfrutar y aprovechar los paisajes, los ecosistemas, los pictogramas, pero hay que tener cuidado, hay que reglamentar el turismo para que no sea destructivo”, afirmó Guhl.

En su campaña para preservar y lograr el reconocimiento de Chiribiquete, el Gobierno colombiano tiene el apoyo de diferentes organizaciones internacionales, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). “Chiribiquete es muy especial por su valor biológico, cultural, hidrológico y arqueológico; tiene arte rupestre y registros visuales de una magnitud extraordinaria. Es también de vital importancia para los grupos indígenas que viven en aislamiento voluntario”, manifestó la directora de WWF-Colombia, Mary Lou Higgins.

Con la ampliación de su área protegida a casi 4,3 millones de hectáreas, Chiribiquete “se convierte en uno de los parques nacionales naturales más grandes a nivel mundial de protección de selva húmeda tropical porque incluye la confluencia de la Orinoquía, del Amazonas y parte del Escudo Guyanés”, precisó Sandra Valenzuela, de WWF.    

 

IMÁGENES: 1. y 3. Dos personas fotografían las pinturas rupestres encontradas en Cerro Azul, en el departamento de Guaviare (Colombia). 2. El Cerro Azul, en el departamento de Guaviare (Colombia). EFE