La última década en la vida de Vasily Kandinsky (1866-1944), figura clave del arte del siglo XX que se exilió en París con la llegada de Hitler al poder, centran una gran exposición que acaba de abrir sus puertas en el Museo de Grenoble, en el este de Francia.
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La exhibición sobre ese período parisino “poco conocido y poco reconocido” aún, la primera en Francia desde 1972, ilustra el “mensaje de esperanza” que encierran sus obras creadas en ese momento histórico tan sombrío.
“Kandinsky, los años parisinos (1933-1944)” marca, además, el inicio de las conmemoraciones fuera de París del 40 aniversario del Centro Pompidou, que se cumple en 2017 y se celebrará en diferentes puntos del país hasta principios de 2018.
En Grenoble, la fiesta comenzó con el préstamo de 60 de las 70 obras maestras expuestas, reflejo de la gran “celebración de la vida” plasmada por Kandinsky poco antes y durante la II Guerra Mundial, durante su último exilio, el que le dejó en París en enero de 1934, meses después de la llegada de Hitler al poder en Alemania.
“Como muchos artistas e intelectuales, Kandinsky no se tomaba en serio a ese personaje tan grotesco y caricaturesco” y pensaba que podría volver a Alemania en un par de años; “no podía imaginar que ese pueblo alemán, tan cultivado, con una historia tan prestigiosa, iba a seguir a un bufón”, recuerda el también director del museo.
Solo en 1937, cuando los nazis organizaron en Múnich (sur alemán) la exposición “Arte degenerado”, que incluía algunas de sus telas, comprendió que no iba a ser tan breve como pensaba su nuevo exilio, tras el que en 1921 le había llevado de su Rusia natal a Alemania.
Pese a todo, en 1933, cuadros como el que abre la exhibición, “Développement en brun” (“Desarrollo en marrón”), o en 1940, con la II Guerra Mundial ya declarada y siendo él apátrida total, cuadros como “Bleu de ciel” (“Azul de cielo”) revelan una rara luz interior.
“Es paradójico, es un periodo bastante difícil y trágico en Europa para muchos, y para los artistas de vanguardia en particular, pero justo en ese momento histórico en el que todo va mal, él encuentra su libertad”, como Joan Miró la halló en la España franquista de los años 60 y 70, resalta.
Kandinsky, autor en 1911 del ensayo “De lo espiritual en el arte“, demuestra aquí que ese “puede ser un medio de ser libre en toda circunstancia. Es su manera de afirmar la libertad todopoderosa del artista, de resistir”.
La muestra acompaña al pintor hasta su muerte en París el mismo año en que la ciudad fue liberada de la ocupación nazi, tras haber creado allí un nuevo estilo, culminación de su arte geométrico, cósmico y botánico.
Sin embargo, ciertos críticos tachan de decorativo este último momento, en el que “su obra es de nuevo completamente libre” de contingencias mundanas y mercantiles, pues, si bien tras la crisis del 29 se abre un mal período, “vendía poco, pero vendía”, aunque en Estados Unidos o Suiza, no en Francia.
“Lo que se asimila a lo decorativo es una voluntad de estilización” y de síntesis de todo lo que había inventado, agrega el director, quien propone un recorrido cronológico que comienza en 1933, al final de su etapa en la vanguardista escuela de arte, diseño y arquitectura Bauhaus.
A tales efectos, el museo reúne hasta el próximo 29 de enero 40 óleos y 20 acuarelas, tintas y dibujos sobre papel del Pompidou y 50 documentos originales del fondo legados al centro por su viuda, Nina, que se completan con una decena de cuadros de grandes museos como el Solomon Guggenheim de Nueva York y el Thyssen-Bornemisza de Madrid.
La cita concluye con uno de los últimos óleos que pintó, en 1942, “Accord réciproque” (“Acuerdo recíproco”), ante el que reposó por última vez el cuerpo del artista en su taller, el 13 de diciembre de 1944. EFE
IMAGEN: Fotografías cedida por el Museo de Grenoble, de la obra “Développement en brun” (1933) y “Accord réciproque” (1942), óleos de Vassily Kandinsky (1866-1944) expuestos hasta el 29 de enero en “Kandinsky, les années parisiennes (1933-1944)”. EFE