Centenares de ejemplares del Corán, algunos de ellos con más de 1.000 años de antigüedad, son los protagonistas de un museo en Teherán, la capital iraní, dedicado en exclusiva a proteger y defender la belleza “moral y física” del libro sagrado de los musulmanes.

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El museo, fruto tanto de la fervorosa fe islámica del régimen iraní como de la pasión del pueblo persa por la cultura escrita y los libros, exhibe en sus instalaciones todo tipo de versiones manuscritas del texto sagrado, que dejan patente la creatividad, el gusto y el entusiasmo con los que generaciones de musulmanes han tratado este libro. “Hace 800 o 900 años no había comodidades para elaborar un libro. Y si consideramos que el Corán tiene 114 suras, 78.000 palabras, más de 6.000 versos, su escritura estaba acompañada de mucho trabajo. Estos escritores-artistas, con especial perseverancia y conciencia de trabajo, así como fe, se esforzaron en su libro sagrado y en su religión”, apuntó el director del museo, el clérigo chiíta Fajrodin Saberí.

Lo cierto es que el museo exhibe obras minuciosamente caligrafiadas, iluminadas, diseñadas y encuadernadas, que mantienen su atractivo más allá del paso del tiempo y sin contar con su contenido, estrictamente sagrado para los creyentes islámicos. Entre las piezas más curiosas se encuentran varios ejemplares escritos hace unos 300 años en rollos de pergamino, en los que los autores lograron componer, en una impecable y diminuta letra todo el texto sagrado del Corán, así como grandes tomos encuadernados en madera y cuero repujado que aún se mantienen impecables pese haber sido redactados hace más de 500 años.

Doble misión: preservar y educar

El museo, ubicado dentro del complejo residencial del líder supremo del país, Alí Jameneí, surgió tanto para preservar ejemplares del Corán antiguos y valiosos que se mantenían en colecciones privadas de todo el país como para transmitirle a las “nuevas generaciones” el “carácter inmutable y sin distorsión” que el texto religioso musulmán ha mantenido pese a los siglos transcurridos desde su redacción. Según la tradición islámica, el Corán fue transmitido directamente a Mahoma por Alá, y aunque el contenido del libro que hoy conocemos es fruto de una recopilación hecha por los primeros seguidores del profeta, se entiende que el árabe clásico en el que fue escrito constituye directamente la palabra de Dios.

Así, se da la paradoja de que muchos de los artistas persas que trabajaron en este libro a lo largo de la historia, desconocían la lengua en la que estaban escribiendo. “El Corán tiene muchos atractivos verbales y morales. Sus palabras son bonitas, y tienen una especial melodía. Leerlo es atractivo tanto por eso como su contenido. Y también se puede escribir de forma atractiva. Los humanos tenemos naturalmente un deseo de belleza, y estos libros atraen también por ese sentimiento”, afirmó Saberí.

Mahmud Barahemí, uno de los conservadores del museo, explicó que dada la naturaleza de los libros, los cuidados para su preservación y restauración son muchos, y que por eso algunas de las joyas más preciadas no se pueden mostrar al público y están solo a disposición de los investigadores. La tradición iraní de mantener y cuidar con mucho respeto los libros de sus antepasados, particularmente el Corán que tanto en el pasado como ahora preside las casas de muchas familias de la República Islámica, permitió a los expertos del museo establecer una comisión para adquirir ejemplares de gran valor histórico a lo largo y ancho de todo el país.

Sin embargo, uno de los problemas que enfrentan los responsables del museo es la competencia que hay para comprar coranes antiguos que hay en el mercado y su poca capacidad financiera para ofrecer precios competitivos. “Hay una fuga de coranes de Irán. Hay muchos en manos de familias que se preservan bien, y que terminan en colecciones de otros países, particularmente en los países árabes del Golfo Pérsico, donde hay más dinero”, se lamentó el experto. EFE_Álvaro Mellizo

IMAGEN:  Un fiel lee el sagrado libro del Corán. EFE/Archivo