Un viejo balón de fútbol, una lámpara de gas del siglo XIX o acciones de una compañía minera son objetos que un día fueron cotidianos y que ahora sirven para contar la despoblación del mundo rural en una exposición itinerante que viaja por la provincia de Teruel.

Canal Patrimonio

expodespoblacion_TeruelEFE

La muestra forma parte del proyecto de dos investigadores, Luis del Romero y Antonio Valera, que hace tres años comenzaron a viajar por la provincia buscando esos núcleos olvidados en los que ya no queda nadie o casi nadie. Así, encontraron edificios sin techo ni paredes  y en ellos objetos que sus antiguos inquilinos no llegaron a recoger, como si su salida hubiera sido precipitada. “Son objetos que estaban en casas abandonadas y que nos llamaron la atención. Hay más, pero para la exposición hemos elegido aquellos más cotidianos y otros curiosos”, explica Luis del Romero, uno de los investigadores responsables de la muestra.

Dentro del capítulo de curiosos está también una revista nazi, un plano de Barcelona, una cartilla de racionamiento de 1950 o un salvoconducto de la Guerra Civil. “La gente muestra sobre todo sorpresa y curiosidad al ver los objetos, y algunos tristeza porque hemos encontrado personas  que nos han contado que son los últimos de algún pueblo y temen que pase lo mismo con su localidad”, explica Romero. La despoblación, recalca, tiene consecuencias negativas para todos, porque “un incendio o una inundación pueden acabar con miles de hectáreas porque no hay nadie para avisar y evitarlo”.

Las causas de la despoblación

Unos paneles informativos explican en la exposición el contexto de estos objetos y aportan detalles del estudio de estos investigadores, recogidos en el libro “Territorios abandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel”, en el que exponen las causas del abandono de 27 núcleos de población, su situación actual y también posibles líneas de trabajo.
Se trata de un mapa de despoblamiento que invita a reflexionar sobre cifras como que el 40 por ciento de los municipios de la provincia tiene una media de edad superior a los 65 años. “En el Maestrazgo de Teruel viven 3.500 personas, que son las que viven en cuatro calles en Valencia. Es una realidad dolorosa con difícil solución, insalvable en buena parte pero hay que intentar actuar”, reconoce Luis del Romero.

La publicación ha visto la luz gracias a la edición del Rolde de Estudios Aragoneses y del Instituto de Estudios Turolenses después de intentarlo a través de financiación colectiva en Internet, con la que consiguieron unos 1.200 euros, explica el investigador. En la presentación del libro, Antonio Valera destacaba que los núcleos inventariados son recuperables, y entre las opciones que planteaba están las rutas temáticas o el ecoturismo, aprovechando el importante patrimonio que todavía se conserva. “Hay que recordar además que estos núcleos eran autosuficientes y tienen posibilidades por ejemplo en agricultura ecológica”, añadía.

El problema que se plantea para la recuperación es que, aunque en ocasiones los pueblos pasan a ser rústicos al llevar tiempo abandonados, en otras los propietarios de las edificaciones abandonadas piden precios muy elevados para su venta. “Hay muchas opciones porque en Teruel está sin explotar todo el patrimonio bélico, industrial o micológico”, apunta Romero. El proyecto de estos dos investigadores valencianos no se queda en la publicación y la explotación, ya que la tercera parte incluye apostar por la “recuperación física” de algún enclave. “No se trata de hablar de los males del pasado”, recalca Romero sino de “tener una actitud más proactiva, y sobre todo evitar que el número de pueblos deshabitados crezca”.

IMAGEN:  Un joven observa alguno de los objetos que forman parte de la exposición ‘Territorios abandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel’, una muestra que pretende contar la despoblación del mundo rural en Teruel a través de objetos que un día fueron cotidianos. EFE