En el año 1515, sobre un viejo monasterio medieval que no se encontraba “en muy buenas condiciones”, se comenzó a construir por orden del rey regente, Fernando el Católico, la iglesia de San Marcos, “núcleo” de lo que, siglos más tarde, sería el monasterio de San Marcos, hoy parador nacional.
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El viejo cenobio hoy reconvertido en parador es un edificio con una larga e interesante historia, primero como hospedería de la Orden de Santiago y, después, tras la desamortización impulsada por el ministro Juan Álvarez Mendizábal en 1835, como edificio con uso militar. Fue cárcel, para un preso ilustre, Francisco de Quevedo, entre 1639 y 1643. Le dejaron allí, detenido por el Conde Duque de Olivares, sin “cosa alguna”, en el “rigor del invierno”, sin “una camisa, ni capa ni criado, en ayunas”, tal y como llegó a relatar el propio Quevedo, estandarte del Siglo de Oro de las letras españolas.
En 2015 se cumplen los primeros 500 años de un edificio que tuvo su núcleo original en la iglesia, todavía de estilo gótico y que, a partir de ella, y hasta bien entrado el siglo XVIII, fue expandiéndose hasta la ribera del río Bernesga, ya con su característico estilo renacentista, que le convierte en monumento de primer orden. El rey Fernando el Católico, en los últimos años de su regencia, encargó la construcción de la iglesia al arquitecto Juan de Horozco, según relata Javier Rivera Blanco, catedrático de Historia de la Arquitectura y de la Restauración de la Universidad de Alcalá, con varias obras en las que hace alusión a la “joya” de San Marcos.
Parada de la Ruta Jacobea
El conjunto que hoy se conoce como parador de San Marcos surge como hospedería de la Orden de Santiago, ya que León, en aquel momento, era uno de los puntos “fundamentales” de la ruta jacobea, con la construcción de la iglesia, de estilo gótico “deformado, no en el sentido negativo, sino en sentido arquitectónico. En aquella época, los arquitectos hacían la traza general del edificio desde la iglesia”. Primero se planificaban los claustros, las fachadas, las huertas y, después, el resto del edificio. Empezaban por la iglesia, que era el lugar más sagrado. Sobre la primera piedra del lugar sagrado, se hace todo el proceso”, explica Rivera.
Frente al gótico “puro, perfecto, sobrio, sereno y proporcionado” de la Catedral de León, que se comenzó a construir en el siglo XIII, esta iglesia de 1515 presenta un estilo, también gótico, pero “ultradecorativo, más macizo y más ornamental”, detalla. Hacia 1530 se comienza la segunda fase de la construcción del edificio, con el lienzo que avanza desde la propia iglesia hasta lo que hoy es la puerta principal. “Hay un parón en las obras de dos siglos, hasta el XVIII, que se retoman”, ha indicado el catedrático, que ha detallado que ese proyecto concluyó con la construcción del torreón al lado del río, con una curiosidad.
“A pesar de los 300 años de diferencia, se mantiene el mismo modelo renacentista plateresco de la época barroca. Es una de las cosas más sorprendentes porque se mantienen siempre el mismo proyecto, aunque la fachada está construida en varios siglos”, ha destacado Rivera. Aunque previamente ya tuvo funciones de cárcel, en la desamortización de Mendizábal la hospedería de la Orden de Santiago pasa a ser propiedad del Estado durante el Trienio Liberal, y “empieza a tener funciones militares, como cuartel, prisión o campo de concentración”.
Prisión, escuela, cuartel, sede de la diócesis…
Lo fue durante la guerra civil española, cuando San Marcos fue una de las prisiones referentes en el noroeste del país, donde estuvieron presos 6.700 hombres, entre ellos personajes conocidos como el escritor Victoriano Crémer. San Marcos ha sido Instituto de Segunda Enseñanza, Casa de Misioneros, escuela de Veterinaria, hospital penitenciario, cuadra de sementales, casa de los Padres Escolapios, Oficina del Estado Mayor del Séptimo Cuerpo del Ejército, cuartel de Caballería, sede de la Diputación, Diócesis y Ministerio de Guerra.
Pero en los años sesenta del pasado siglo, el ministro Manuel Fraga Iribarne, de origen gallego pero casado con una leonesa, Carmen Estévez Eguiagaray, demostró su “gran interés por la ciudad y su turismo”, y convirtió la sede gubernamental de San Marcos en Parador Nacional de Turismo. Ahora, el parador se enfrenta a un delicado proceso de restauración para corregir la “patología” que presenta la piedra de Boñar, la misma con la que está construida, por ejemplo, la catedral, ante los riesgos de desprendimiento de los elementos ornamentales. Está previsto que los trabajos comiencen el próximo año, después de haberse hecho en la fachada comprobaciones con técnicas de ultrasonidos y métodos químicos de análisis, en un proyecto con participación privada, para tratar de que el edificio de San Marcos pueda tener como horizonte, al menos, otros 500 años más. EFE_Luis V. Huerga
IMÁGENES: Vistas del exterior y del interior del monasterio de San Marcos, en León. EFE