A lo largo de su trayectoria el pintor Pablo Picasso se inspiró para sus obras en la mitología clásica grecorromana, atrayéndole figuras como el Minotauro, el Centauro o el Fauno, tal como se constata en la exposición “Mitologías, obra gráfica”, que se podrá ver en el Museo Picasso hasta marzo de 2017.

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La comisaria Claustre Rafart ha explicado durante una visita con los medios de comunicación que ha escogido cuarenta grabados de la colección del centro, desde el primero que realizó sobre esta temática, de carácter muy académico y centrado en Hércules, hasta piezas de los años sesenta como una potente “Cabeza de fauno” o una colorista “Dánae”.

Entiende Rafart que el artista “iba muy a la suya” a la hora de representar personajes mitológicos, un truculento mundo muy integrado en la vida cotidiana, que pintó “muy pocas veces” respetando lo esencial del mito clásico, y sí en cambio que presentó descontextualizado y ganando nuevos valores o a partir de trabajos en los que dialogaba con grandes precedentes suyos como Rubens o Velázquez.

La primera representación del Minotauro es del año 1900 y se encuentra en el cuadro “La violación”, con un hombre cuyos pies ya se están metamorfoseando en una suerte de pezuñas.

Precisamente, Rafart ha destacado que esta figura, la de Fauno, y la del Centauro, son las que más aparecen y le sirven al pintor como “alter ego”, para mostrar “sus pulsiones amorosas, su vigorosidad masculina”.

En este punto, se ha detenido la comisaria para comentar que el Minotauro fue su mito ideal en los años treinta para mostrar lo que como hombre no podía hacer, su enamoramiento hacia Marie-Thérèse Walter, con lo que el monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre aparece en varios de sus grabados haciendo el amor con una joven.

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Otro de los grabados que llaman la atención en esta exposición es “La Minotauromaquia“, uno de los más importantes en la obra del malagueño y “del arte del grabado del siglo XX”, un aguafuerte, de 1935, en el que el monstruo provoca la huida de un hombre con sudario.

A juicio de Rafart, en el mismo “hay una amalgama tal de referencias a otros artistas y a sus obras que su riqueza es inabarcable“. A la vez, es el único que hace ese año, cuando deja por escrito que “el arte no le motiva suficientemente”.

Por tanto, Picasso escogía historias que le afectaban, “el reflejo de su dualidad hombre-artista y las explicaba a través del mito, tanto como símbolo alegórico del proceso creativo, como reflejo de las turbulencias amorosas de su vida”.

En “Sexo a la antigua y a la moderna”, de 1968, hace un guiño a Velázquez, mientras que en la última sala, en la que se han colocado varios cabeza de fauno, lo que se muestra es “la alegría de vivir de aquel momento, en los años cuarenta, cuando ya estaba con Françoise Gilot, un momento de vitalidad y alegría”. En cambio, el fauno que presenta en los años cincuenta “iconográficamente es diferente, más de grafiti, espontáneo, rápido, como de garabato”.

Otra de las obras, “Bacanal con Eros en la parte superior izquierda”, está protagonizada por Eros, y también tiene grabados con Venus y Baco de principales personajes.

Claustre Rafart piensa que la exposición, que le gustaría sirviera como reflexión sobre el papel del mito a día de hoy, no es, sin embargo, la verdadera muestra sobre lo importante del tema del mito en Picasso y ha avanzado que existe interés en organizar otra de mayor tamaño. Al respecto, ha reconocido que la temática de la mitología no es tan central como la del “artista y la modelo”, pero “hay mucha en la obra del pintor, especialmente en la obra gráfica, el dibujo y la cerámica”. EFE

IMÁGENES: Un grupo de personas contemplan “La minotauromaquia (1935)”, una de las 40 obras que forman parte de la exposición “Mitologías, obra gráfica” que se exhibe en el Museo Picasso de Barcelona. EFE