No suele ser muy habitual que un movimiento social haga suyo un bien patrimonial y decida sacarlo del olvido y el estado de ruina en el que se encontraba sumido. Este es el caso del colectivo Salvemos Rioseco.

Canal Patrimonio_Esther López Sobrado

Actuacio_n de Zimerband rioseco2011

La historia

El monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco en el Valle de Manzanedo, situado en la histórica comarca de las Merindades del Norte de Burgos, era en 2010 un conjunto de ruinas que llegaban a desvanecerse de la vista por las zarzas, hiedras y vegetación que inundaba sus dependencias, imposibilitando imaginar otra época lejana, en la que el monasterio reactivó la economía medieval de esta excelente y agreste tierra.

El monasterio de Santa María de Rioseco, se encuentra situado al comienzo del valle de Manzanedo, en una altura que domina al Ebro, junto a la carretera que asciende hasta San Martín del Rojo. Su primer establecimiento fue en Quintanajuar; aunque los historiadores no se ponen muy de acuerdo respecto a su fecha de creación, sabemos que fue una fundación real de Alfonso VII.

En 1184 se trasladan a San Cipriano Montes de Oca, gracias al deseo de Alfonso VIII de que se afinquen en este nuevo territorio, motivo por el que les ofrece donaciones. Pero no les gusta vivir en esta zona, por lo que en 1204 los monjes se mudan a Rioseco, sin comunicárselo al Capítulo General de la Orden, motivo por el que el abad fue destituido. Se ubicaron junto a un arroyo que vierte sus aguas en el Ebro. Como era un terreno complicado para la ampliación monástica en 1236, tras comunicar al Capítulo que una inundación en verano había destruido gran parte de sus dependencias, y conseguir comprar terrenos en la zona donde hoy se alzan sus restos, construyen el monasterio en su última localización, la actual.

Los siglos xvi y xvii fueron buenos para el monasterio, pudiendo decir que la unidad de estilo que identifica el cenobio es la estética renacentista, destacando su clasicista claustro trazado por el cántabro Juan de Naveda en 1595. Con la guerra de la Independencia los monjes fueron obligados a exclaustrarse desde 1809 hasta junio de 1814, fecha en la que, con la vuelta del absolutista Fernando VII a España, pudieron regresar a Rioseco.

En 1835 la ley desamortizadora de Mendizábal –que permitía la venta de los bienes monásticos– puso fin al monasterio, siendo su último abad, Julián Barbillo. El 6 de noviembre de 1835 salía a la venta el monasterio, unos años después Francisco Arquiaga, comisario provincial de la subasta, se quedó con él por el precio de salida, al no haber interés entre en adquirir el inmueble, pues, debido a las incidencias de los últimos años, se encontraba ya en ruinas. Arquiaga, inmediatamente cedió la iglesia y la sala capitular al arzobispado de Burgos. Desde que a finales de los años sesenta del pasado siglo la iglesia fuera desmantelada para el culto, la desidia, el olvido y el expolio convirtieron poco a poco al que fue un hermoso monasterio en unas peligrosas ruinas.

En la recuperación del monasterio de Rioseco es imprescindible hablar de Juan Miguel Gutiérrez Pulgar, párroco de este insólito lugar. Gracias a su tesón, ilusión y capacidad de gestión ha sido capaz de crear una red de tejido social que ha ilusionado a un variopinto conjunto de voluntarios, un grupo de mujeres y hombres con un deseo común: salvar del olvido al monasterio de Rioseco.

Lee el artículo completo en el n. 58 de la revista Patrimonio

 

IMAGEN: Actuación de Zimerband en Rioseco en el año 2011. Asun Zamora