Su porte, enjuto, cargado de experiencia, con ese punto de locura que ya quisieran para sí muchos cuerdos, me recuerda al ingenioso hidalgo de Cervantes. Algo de Quijote, sí tiene. Es de esas personas con las que da gusto charlar. No tiene pelos en la lengua y, aunque se confiesa un tanto decepcionado hacia el género humano, disfruta cuando se sube a un escenario. Ha cumplido buena parte de sus sueños y tiene claro que su misión en la vida es acercar la música a los coles con sus conciertos didácticos. La entrevista es una excusa para seguir compartiendo y aprendiendo con Silverio, la persona que está detrás de Silberius de Ura, un artista integral o, como él mismo precisa, “sin refinar”. Charlamos de todo y de nada con este trovador neandertal del siglo XXI.

Nos conocimos hace más de 15 años, se dice pronto, por aquel entonces diseñaba páginas web, se presentaba por su primer nombre, Jesús; formaba parte de un grupo folk, “El espíritu de Lúgubre” y gestionaba una gran comunidad virtual, Celtiberia. Hoy, cuando le leo, le escucho o le veo, tengo la sensación de que ha pasado más de una vida desde aquello, algo que él mismo corrobora, “efectivamente, en esta vida hay muchas y desde la primera vez que nos conocimos hasta ahora, ha pasado una entera, sí”.

 

Carmen Molinos

 

Para quien no te conozca, ¿quién o qué es Neønymus?

Silberius de Ura es el artista y Neønymus su proyecto musical. Hago música, sobre todo polifonía vocal, asistida con tecnología y, en ocasiones, instrumentos prehistóricos. Pero va un poco más allá, es un intento de despertar emociones desconocidas en el oyente, utilizando para ello una música que no ha escuchado nunca. Algo nuevo y vivo a la vez.

Tras Neønymus está Silverio, que heredó el nombre de su abuelo y que, aunque nació en Bilbao, ha convertido Covarrubias y Ura, tierras del Arlanza, en su centro de acción, cuéntanos.

Sí, mi madre es de Ura y mi padre de Burgos. Yo me crié en Bilbao hasta los cinco años y después regresamos a Ura. Siempre pensé que toda mi vida viviría allí, pero cometí un gran error que fue ser el alcalde de esta pequeña aldea. A los dos años dimití, estuve unos cuantos sin volver, y tuve claro que no era mi lugar. Ahora vivo en Covarrubias y me cuesta verme lejos de aquí; pero hay momentos en los que sufro tanto por cómo es la mentalidad de las personas del entorno y por cómo lo tratan, que pienso que quizá, sí puedo vivir lejos, en algún lugar donde sufra menos.

Sin embargo, me consta que también hay personas con las que te encuentras muy a gusto allí.

Claro, aquí hay gente muy bonita, es verdad. Hay gente que no soporto y otra muy bonita y, bueno, por ahora está compensado. Pero, este año ha muerto alguna de esas personas con las que he compartido tanto, con las que he pasado tantos ratos. Desaparecen, ya no están más y no hay nadie que les pueda reemplazar, porque son ellos, sus conocimientos, sus vivencias…, en fin – suspiro –

Parte de esas vivencias se quedan contigo y se plasman en tu música, siguen viviendo en ti.

Supongo que es como cuando lees un libro y crees que estás viviendo en él. Me trasladan sus vivencias, las asimilo e imagino que luego eso se refleja en las canciones que hago, sobre todo, cuando son más folk. A mí me enriquece mucho y me permite ver que ahora somos unas personas mucho más blandas de lo que han sido nuestros abuelos. Los pastores de antes, por ejemplo, les tocabas y parecían de madera, ¡qué duros! Ahora somos más blanditos y tiernos, todo nos afecta

 

 

“No tengo ninguna esperanza de que el mundo rural sea capaz de reinventarse”

 

Si no recuerdo mal, allí, en Covarrubias, pusiste en marcha un proyecto cultural…

El problema de Covarrubias es que se ha convertido en un auténtico parque temático. Aquí se encienden las luces el viernes por la tarde y se apagan el domingo por la noche. Habitualmente, no se piensa en la gente que vive en el pueblo. Todo o casi todo lo que se hace va enfocado al turista. Por eso nos juntamos tres artistas del pueblo y montamos Búnker Cultural, pensando en hacer actividades para la gente que vive aquí. Estuvo funcionando muy bien, hicimos muchas cosas, pero con el cambio de corporación, a algunos de los que hay ahora no les caemos nada simpáticos y nos quitaron el espacio. 

Quizá, ese sentimiento de decepción con el entorno que expresas hacia Covarrubias, con honrosas excepciones, se podría extender a todo el mundo rural.

Se habla mucho de la España vaciada, pero yo conozco tanta gente en estos pueblos que no quiere que venga nadie a vivir aquí, porque les molestan, porque hay más ojos en el campo mirando. Así que, sí, es España vaciada, pero, en gran medida, porque tampoco dejamos que venga nadie nuevo y si llega se le mira con recelo.

¿Qué podemos hacer para cambiar esta tendencia? ¿Educación?

¿Cambio de tendencia? No veo que haya opción. Tengo la desesperanza que habita en mí. Puedes pensar en las nuevas generaciones, pero, como en todo, hay jóvenes que tienen una visión más contemporánea del mundo rural y otros que viven en la dinámica heredada de sus padres y abuelos y, no, no tengo ninguna esperanza de que el mundo rural sea capaz de reinventarse.

 

“Cuando algo deja de apasionarme huyo de ello y me invento otra cosa que me llene”

 

 

Cambiando de tercio. Cantas, tocas diferentes instrumentos, grabas documentales, le das a la fotografía, a las redes sociales, decir que eres polifacético es quedarse corto…

Jo, ¡es que hay tantas cosas interesantes por hacer!. Bueno, ya sabes, está ese dicho de “aprendiz de mucho, maestro de nada”, pues un poco, a mí, me pasa eso. Toco muchos palos, en nada soy un especialista, pero disfruto mucho creando, experimentando, aprendiendo nuevos lenguajes de comunicación. Mira, recuerdo que en el cole cuando a mis hijos les preguntaban “¿tú padre qué hace?”, su respuesta solía ser “mi padre hace muchas cosas” y me encanta, porque parece que has de estar toda tu vida dedicado a una única profesión y no tiene por qué ser así.

Acumulas muchos kilómetros, varios premios e incluso has llegado a grabar la banda sonora de una serie internacional

Conquistadores Adventum, una serie sobre los descubrimientos de América. Hice una parte de la banda sonora, me descubrieron a través de un vídeo que compartí en redes sociales y me ofrecieron hacer la música de lo que yo quisiera. Me pasaban los capítulos y yo decía:  quiero intervenir aquí y aquí. Fue una experiencia muy bonita, porque me dieron total libertad para crear. 

 

“Seguimos viviendo en un Neolítico del siglo XXI”

 

 

En tus conciertos y actuaciones propones un viaje desde nuestro pasado Neanderthal hasta hoy, ¿qué hemos perdido y qué hemos ganado por el camino?

Es que yo creo que en realidad a lo largo de toda la historia de la humanidad, tan solo ha habido dos grandes bloques: el Paleolítico de aquellos cazadores recolectores y luego el Neolítico y ahí seguimos viviendo. Lo que nos hace evolucionar como sociedad y económicamente, también nos hace decadentes. Aún estamos en ese Neolítico del siglo XXI donde no ha cambiado nada, donde seguimos amurallando nuestras posesiones y cada vez queremos acumular más. 

 Emulando a Tolkien, has inventado tu propio idioma, que puede escucharse en tus recitales y en tus discos y que quiere recordar al lenguaje de nuestros ancestros neandertales.

En realidad, no construí ningún lenguaje. Lo que sí hice fue descubrir a unos lingüistas rusos que trataron de encontrar el primer lenguaje de la humanidad. Aquello que podía hablarse en el Paleolítico o en el Neolítico. Investigaron las lenguas más antiguas de las que tenemos conocimiento, indagaron en ellas y empezaron a preguntarse cuáles podrían haber sido las primeras palabras que pronunció o inventó el ser humano. A partir de ahí, viendo que había muchas comunes, empezaron a construir un diccionario de lo que ellos llamaron “nostrático”, algo así como “nuestra lengua” y elaboraron un compendio extensísimo que solo entienden los lingüistas, yo no, pero ahí lo tengo y lo consulto mucho en mis canciones. 

 

“Todo lo que proyectas al futuro desde el corazón, al final, te lo encuentras”

 

Hablas, conectas con las almas de cada lugar, de cada espacio, de cada rincón y nos ayudas a los demás a escucharlas, ¿qué te cuentan? ¿qué te susurran?

Me rescatan de esa sensación que te estaba describiendo, de esa tristeza y esa decepción. Cada vez que conecto con la Naturaleza, donde voy casi a diario, siempre hay un regalo para mí, un “bienvenido por volver”. Tiene su miga la pregunta que me haces, la puedo responder con música, pero con palabras, no sé si me saldrá. Me obligo a contar mis salidas al campo, porque muchas personas me escriben y me dicen lo agradecidas que están por esa foto que comparto o por lo que cuento. Viven en entornos urbanos, sin posibilidad de hacer esto que yo hago y me doy cuenta de que las redes sociales, al margen de lo malvadas que puedan llegar a resultar porque nos utilizan, también son una maravilla. 

Has actuado en muchos lugares mágicos e imagino que cada uno de ellos te aporta algo y que son experiencias imborrables para el público y para ti.

Cuando comencé a inventarme Neønymus, uno de mis sueños era hacer conciertos en lugares muy especiales, para grupos reducidos de personas, con grandes intereses culturales y artísticos, con una sensibilidad especial. Desde hace unos años, eso está ocurriendo. Actúo en yacimientos arqueológicos, en bosques, en ruinas… Es como si todo lo que proyectas al futuro desde el corazón, al final, si te esfuerzas, te lo encuentras.

 

 

Conectas con los sitios en los que actúas, ¿recuerdas alguno en especial?

Pienso que un trocito de mi alma se ha quedado en muchos de los lugares en los que he actuado. Es difícil la pregunta porque llevo 500 conciertos de Neønymus, más los didácticos y ¡han sido tantos los lugares! Mira, el año pasado me impresionó mucho un concierto en la catedral de Palencia con motivo de su 700 aniversario. Fue espectacular que la organización se fijase en mí y me invitase a cantar en ese espacio, en un momento tan especial. Pero también me acuerdo de otro hace unos años, aquí, en un pueblecito muy cercano a Covarrubias, donde la gente quiso escucharme en el antiguo muladar y fue una noche mágica. Neønymus es un regalazo para mí.

Otro aspecto importante de tu trayectoria son los conciertos didácticos, ¿es muy diferente actuar ante este público?

Llevo un tiempo pensando que los didácticos son mi misión principal en esta vida. Neønymus me aporta mucho, pero lo más importante son estos conciertos tan divertidos e interactivos con los chavales, porque es la oportunidad de sembrar en ellos. A lo mejor en el momento no son conscientes de lo que les cuento o lo que ven, pero algo se queda ahí y, quizá, germine. Les hablo de dar un valor inmenso a la fantasía y a la capacidad de imaginar, porque es lo que te va a ayudar a superar problemas y a resolver cosas. 

Aquí también tendrás miles de anécdotas

Como he viajado tanto por toda España, me doy cuenta de que hay lugares en los que los niños tienen un sentido de la musicalidad y unas ganas de hacer música mucho más grandes. Me viene a la mente, por ejemplo, Valencia, porque es increíble cómo se implican. Al más mínimo patrón rítmico que les entra, ya están aplaudiendo. Hay veces que elijo a niños voluntarios, para que improvisen y te sorprenden por su capacidad de imaginación. Viajo con un todoterreno y en coles rurales, como la Montaña Palentina, es lo habitual, pero en los urbanos, cuando meto el coche en el patio para descargar o cargar, y los niños lo ven arañado y lleno de barro, se quedan alucinados. Es como si viniese alguien de un mundo muy lejano al suyo. Es algo muy especial. Les hago ver que la música está escondida en muchos sitios y que se puede hacer incluso con las pajitas del Cola Cao. Los didácticos son útiles para ellos, pero también para mí, me llenan de alegría.

 

Le dejamos preparando la maleta, rumbo a Córdoba, donde llegará con su todoterreno y donde actuará en la conocida como “cueva de los murciélagos”, un lugar mágico que pervive desde el Paleolítico. Nos queda la promesa de un reencuentro y un café. Una nueva charla en la que seguir compartiendo y encontrando inspiración, ¡ojalá sea más pronto que tarde! Mientras tanto, nos vemos en las redes.

 

IMÁGENES: Fotografías cedidas por Silverio Cavia, Neønymus

 

Lee aquí la entrevista completa

 

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