En Gumiel de Mercado (Burgos) existe un antiguo «Juego de Pelota», su construcción, quizá, se remonta  a los comienzos del XVII.

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En Gumiel de Mercado (Burgos) existe un antiguo «Juego de Pelota», esto es, una gran pared con fachada de sillería, que en este caso cuenta con la particularidad de tener un escudo de los Sandoval y Rojas. Según Sebastián de Covarrubias, como recoge en su Tesoro de la lengua castellana o española, en su tiempo (siglos XVI-XVII), el juego de pelota era el más popular en España y es muy probable que la construcción del de Gumiel se remonte a esa época, pues fue a principios del XVII cuando, bajo los auspicios del señor de la villa, el Duque de Lerma, se acometieron ahí numerosas obras públicas. Tradicionalmente era un juego que se practicaba en alguna de las fachadas de las iglesias –no en todos los sitios había capacidad para levantar tales muros–, pero hay casos que se edificaron a propósito estructuras como aquella y que ahora, poco a poco, están desapareciendo. El de Gumiel fue objeto de una desafortunada intervención hace una treintena de años, revocándose por completo su fachada de sillares para convertirlo en un frontón y hoy, afectado por un pequeño desplome, el ayuntamiento quiere demolerlo –sin plantearse otra solución, como su apeo– para sustituirlo por un moderno muro de hormigón. A pesar de la existencia del escudo, la estructura no está «catalogada» y por lo tanto no se halla protegida, lo que avala la decisión municipal, aunque el hecho de que no se haya incluido en ningún registro de protección solo se debe a despiste, desconocimiento o negligencia, pues solo por el hecho de tener una piedra armera su protección está avalada por la ley. Sin embargo, más allá de cuestiones administrativas, aquí, como en muchas otras ocasiones, hay un principio de sensibilidad hacia la conservación del patrimonio cultural, más allá de lo estrictamente «monumental», en este caso del testimonio arquitectónico de un tiempo y de una actividad lúdica tradicional que levantó pasiones durante siglos. La ley siempre va por detrás de las sensibilidades y muchas veces llega demasiado tarde para evitar despropósitos. Los casos se cuentan por centenares. Esperemos que este no engrose la lista.

 

 

 

 

 

 

 

 

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