La Casa Revilla reúne en la capital vallisoletana buena parte de la colección de juguetes de José Antonio Quiroga, con piezas que van desde 1892 hasta 1975. Muchos de las construcciones a escala y maquetas expuestas fueron en su día material pedagógico en escuelas y universidades. 

Redacción Canal Patrimonio

Expo Arquitectura y Juguetes Valladolid- EFE- 20062013

Si la serpiente “es la rúbrica del paisaje”, como acuñó en una de sus greguerías Ramón Gómez de la Serna, el juguete viene a ser el reflejo de toda una cultura. Así testimonia la exposición “Juegos y juguetes de arquitectura. Siglos XIX y XX de la Colección Quiroga-Monte”, que puede verse hasta el 25 de agosto en la Casa Revilla en Valladolid, con juguetes que abarcan desde 1892 hasta 1975, diseñados con madera, plástico o cartón-piedra. A los adultos, les servirá para recordar su niñez; a los más pequeños, para observar la destreza del artilugio  y la imaginación empleada para suplir carencias como los ruidos, movimientos mecánicos e iluminación de los actuales, ha considerado el coleccionista José Antonio Quiroga, propietario de un fondo de más de 1.500 juegos y juguetes.

Las razones de recreo, sociabilidad, convivencia y formación, tradicionalmente asociadas al juguete, encuentran una motivación previa, ya que las construcciones levantadas a escala (tiendas de ultramarinos, garajes, poblados, estaciones y teatros) tienen un origen académico. “En un principio fueron concebidas como material pedagógico para escuelas y universidades, pero más tarde las marcas comerciales, mediado el XIX, optaron por la comercialización para los niños. Muchas generaciones de aparejadores y arquitectos se han formado así”, ha manifestado José Antonio Quiroga, dueño de esta colección,  cedida al Ayuntamiento de Valladolid para su exhibición. La pieza más antigua, fechada en 1892 y vendida como “El pequeño arquitecto”, certifica esa reflexión.

Los hojalateros, los impulsores
Esta “íntima conexión” entre la arquitectura y el juguete no merma, en el caso de los niños, la capacidad de imaginación que pueden desbordar ante estas miniaturas, tal como les conminó un hojalatero a un grupo de niños en una novela (“El mudejarillo”) de José Jiménez Lozano: “¿Qué creéis que son las estrellas, sino candiles encendidos?”. Fueron precisamente los hojalateros del barrio de Gracia, en la Barcelona de finales del siglo XIX, quienes ensamblaron los primeros juguetes comercializados como tales en España, “hoy estimados por los coleccionistas”, ha resaltado Quiroga.

Expo Arquitectura y Juguetes Valladolid 2- EFE- 20062013Abiertos a la imaginación
“Es una gozada ver esto ahora, cuando la mayoría de los niños se divierten matando marcianitos o soportando series-basura de la televisión”, ha explicado el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, quien se ha detenido ante una réplica de una plaza de toros. Está fechada en los años 30 del siglo XX, está pintada a mano, el fabricante fue Agustín Teixidó, y entre las figuritas de plomo que pisan el ruedo destaca la de un picador en montura pero sin peto, obligación que tres años antes (1928) había impuesto Primo de Rivera. // El juego del toro, popular en la posguerra como relata en varios pasajes el escritor Antonio Díaz-Cañabate (“Paseíllo por el planeta de los toros”) motivó la fabricación de cosos por parte de firmas como Payá, también como ‘souvenir’ para los turistas.

Destacados ilustradores contribuyeron también a la calidad y cuidado de los juguetes, con dibujos y decoraciones tanto en las piezas como en las cajas y envases, algunas de las cuales firmaron “Karpa” (Miguel Catalá), creador del personaje de historieta “Jaimito” o Saurí Sirés, discípulo del arquitecto Antonio Gaudí.

IMÁGENES “El pequeño arquitecto”, un juguete de 1892 que se puede contemplar en la exposición “Juegos y juguetes de arquitectura. Siglos XIX y XX de la Colección Quiroga-Monte”, en la Casa Revilla de Valladolid. EFE