Nueva colaboración del historiador, investigador y gestor cultural Alejandro Martín López, que vuelve a reflexionar sobre patrimonio y fronteras en un nuevo artículo donde nos propone una visita, en dos fases, por la comarca de Tras-os-Montes, en Portugal. 

Canal Patrimonio_ Alejandro Martín López

Cuando creces cerca de una frontera olvidada desarrollas una extraña relación de afinidad con tus vecinos, que aunque de diferente nacionalidad comparten contigo cierto sentimiento de desapego hacia las grandes capitales y las regiones más desarrolladas económicamente. Este es un poco el sentimiento que nace a ambos lados del abismo que abre el río Duero entre las provincias de Zamora (España) y Tras-os-Montes (Portugal). 

Durante años la comunicación entre ambas comunidades humanas ha tenido un nexo importantísimo en el enclave fronterizo de Miranda do Douro. Diseñada como parte del sistema de impermeabilización de una frontera que nunca lo fue, ha sido durante décadas un mercado donde adquirir productos que no se encontraban a precios tan competitivos en España, o simplemente una excursión típica de domingo: compras, paseo y buen bacalhau a la mirandesa. Pero en realidad Miranda es tan solo la puerta de un territorio maravilloso, con un Patrimonio Cultural Material e Inmaterial excepcional. Lo bueno de tener unos vecinos tan maravillosamente desconocidos es que siempre es una ocasión perfecta para descubrirlos. Esta Semana Santa puede ser tu oportunidad.

Os propongo un viaje de sur a norte que nos llevará desde las grandes zonas de explotación vitivinícola en las riveras del Douro, hasta las zonas de aguas termales entorno a Chaves.

El Duero que entre Zamora, Salamanca y Tras-os-Montes abre la brecha insoldable de los Arribes del Duero, aunque espectacular desde el punto de vista paisajístico, convertido en un estéril abismo fronterizo entre las tres provincias, se transforma al llegar a Portugal en un vergel para el cultivo de la vid en la zona del Alto Douro Vinhateiro. Esta zona de infinitos bancales de cultivo vitivinícola que durante siglos ha producido la uva que embarcada río abajo alimentaba las bodegas de Porto en la desembocadura al Atlántico, es desde 2001 declarado por la UNESCO como Paisaje Cultural de la Humanidad. Sin embargo, ya desde mediados del siglo XVIII esta región es una de las principales fuentes de exportación de vino (especialmente de vinho do Porto) a nivel europeo. Y ya desde el inicio de este periodo tanto sus habitantes como la administración pública ha tenido un especial interés por mantener el carácter propio de la zona. En la actualidad no solo conserva su potencia productora, sino también rasgos específicos de su historia productiva a través de la protección de su Patrimonio Cultural Industrial como el tren histórico que recorre la linha do Douro, especialmente entre Tua y Peso da Régua. Este tramo considerado por los amantes del ferrocarril como uno de los viajes más especiales que se pueden hacer en Europa, permite además acercarse a la arquitectura del hierro de principios del siglo XX a través de puentes y túneles. 


Un palacio entre viñas y camelias

Si nos separamos de la ribera del Douro hacía el norte encontramos la ciudad universitaria de Vila Real, que guarda algunos de los elementos patrimoniales más interesantes de esta zona. Del casco urbano cabe destacar la intervención que se ha hecho en la catedral de Santo Domingo, como ejemplo de convivencia de las nuevas tecnologías y el Patrimonio Cultural en armonía para su uso litúrgico y también turístico, con la instalación de las vidrieras de João Vieira y el nuevo órgano. Pero, tenemos que desplazarnos tres kilómetros al oeste desde esta ciudad para descubrir uno de esos lugares que aunque parecen anclados en la historia, son un ejemplo de modernidad y sostenibilidad.

Un muro de piedra indica el inicio de una finca privada oculta por la espesura de un bosque de cedros. El acceso hasta la parte central del conjunto se hace por un camino de tierra, que tras un recodo esconde un palacio barroco con una fachada blanca y pináculos de granito que se refleja sobre el estanque que forma la rotonda de entrada. En el centro del estanque, dormita una intrigante escultura de João Cutileiro que trasmite a la vez quietud y melancolía. Rápidamente tu memoria encuentra algo familiar en esta imagen, que ha visto reproducida en un vino rosado muy comercial que en los años ochenta fue muy popular en nuestro país (nada que ver con la producción vitivinícola de los propietarios del palacio). 

El palacio Mateus es una joya desde el punto de vista de la arquitectura y arte barrocos, pero también desde el punto de vista de la historia de jardinería, con un cuidado jardín francés, además de las imprescindibles camelias. El palacio también conserva un importante Patrimonio Bibliográfico, pues su biblioteca constituye una de las mayores colecciones privadas de textos portugueses. Actualmente parte del palacio es visitable, aunque sigue habitada en parte por los descendientes del primer propietario, que administra la Fundacão da Casa de Mateus

No obstante, el palacio Mateus no es solo patrimonio musealizable, sino que constituye un ejemplo de iniciativa privada para la creación, difusión y conservación del Patrimonio Cultural. En la actualidad la Fundacão, gestiona y aglutina diversas producciones agrícolas locales sostenibles cuya comercialización permite la financiación no solo de la conservación del palacio y su patrimonio paisajístico, sino la promoción de actividades musicales, literarias, de divulgación científica e incluso una pequeña residencia para que artistas de distintas disciplinas desarrollen su producción. 

Aquí acaba la primera etapa de este viaje descubriendo a nuestro vecinos, durmiendo en alguna de las Quintas que en los alrededores de Vila Real ofrecen al viajero cobijo, sosiegos y dulces artesanos.

 

IMÁGENES: 1. Fotografía del Alto DouroVinhateiro (Wikipedia UK). 2. Vista exterior del Palacio Mateus, realizada por el autor: Alejandro Martín López.