El historiador, investigador y gestor cultural Alejandro Martín López, continúa el viaje iniciado ayer por la comarca de Tras-os-Montes, en Portugal. En su recorrido hacia el norte pasará por las explotaciones auríferas de Tresminas y las estaciones termales de Pedras Salgadas y Chaves, para acabar su viaje en la ciudad “vigía” de Bragança.

Canal Patrimonio_ Alejandro Martín López

A la mañana siguiente seguimos nuestro camino hacia el norte, en busca de una de las explotaciones auríferas más importantes de la Hispania romana. El conjunto minero de Tresminasen el municipio de Vila Pouca de Aguiar, constituye uno de los mejores ejemplos del sistematizado proceso de explotación del oro que el Imperio diseñó para el noroeste peninsular entre el siglo I y II d. C. A diferencia del impactante paisaje de su hermana berciana, Las Médulas, el complejo de Tresminas ha de ser descubierto a pie a través de un territorio plagado de galerías, infraestructuras hidráulicas y otros vestigios arqueológicos testigos de siglos de explotación. Actualmente desde el centro de interpretación se dirigen visitas guiadas a los rincones más apartados y restringidos del conjunto, visitando algunas de las galerías más espectaculares.

Pero Roma, no solo supo explotar los recursos auríferos de este territorio, sino que también descubrió las posibilidades restaurativas y de ocio que se esconden tras sus surgencias de aguas termales. A lo largo del camino que nos queda hasta Chaves, epicentro de la actividad termal desde su fundación romana, encontraremos diferentes ejemplos del Patrimonio Cultural ligado a las instalaciones hidráulicas.

La primera parada la podemos hacer en el mismo municipio en que se encuentra Tresminas, en el conjunto termal de Pedras Salgadas. La existencia y explotación de este espacio comienza en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el termalismo y sus beneficios para la salud se convierten en una actividad en boga entre la aristocracia y la creciente burguesía. El agua procedente de este manantial pronto se embotellará y recogerá numerosos premios internacionales, pero lo que más nos llama la atención de este conjunto no son los beneficios del agua, ni las edificaciones históricas que albergan las infraestructuras termales, sino el proyecto arquitectónico y de gestión ecológica que actualmente se lleva a cabo en la zona. Impactantes villas colgadas de los árboles, que nos recuerdan a películas de Ciencia Ficción de los ochenta o minimalistas casitas que desaparecen entre la espesura arbórea, son la apuesta para poner en valor uno de los conjuntos termales más interesantes de Tras-os-Montes.

Nuestro camino hacia el norte nos lleva a una de esas imágenes que se quedan grabadas en la memoria desde la primera vez que la ves. Merece la pena detener nuestros pasos en Vidago, una de las parroquias de Chaves. Esta es casi una parada técnica en una pequeña población, para descubrir que tras una larga verja de forja y al fondo de una avenida arbolada el tiempo parece haberse detenido cuando Portugal era el refugio de las fortunas europeas y las coronas destronadas. Como si todavía no hubiera comenzado la Segunda Guerra Mundial, la fachada, los salones y los jardines del Vidago Palace, lo convierten en uno de los escenarios perfectos para trasladarnos a las primeras décadas del siglo XX. Así lo debió considerar Vicente Aranda que utilizó este hotel para grabar la serie de Televisión Española, “Jinetes del Alba”. No conozco la política de visitas que en la actualidad tiene la gestión del hotel, pero estoy seguro que merece la pena colarse de contrabando para ver donde tomaban las aguas la alta sociedad de los “locos años veinte”.

Hotel Vidago Palace (Wikipedia) by José Gonçalves 

Para entender la importancia que el agua termal tenía en la fundación de Chaves, nos basta con incluir la memoria de uno de los arqueólogos que desde principios de siglo XXI lleva trabajando en las excavaciones de las termas romanas. En el momento que se estaba excavando la gran piscina de dichas termas, comenzó a inundarse de agua caliente hasta cubrirla por completo cuando la excavación terminó, como si en realidad no hubiera pasado más de un milenio desde la última vez que se utilizó. Sin embargo, este impresionante conjunto balneario de la antigua AqvaeFlaviae, todavía no ha visto concluido su proceso de musealización.

Chaves alberga mucho más Patrimonio Cultural relacionado con su triple función. Por un lado es un punto estratégico en la comunicaciones en esta zona de la Península y de ahí el magnífico puente que el emperador Trajano mandase construir sobre el río Tâmega, que hoy sigue sirviendo como nexo entre ambas riberas de la ciudad. Por otro lado, debido a su cercanía a la frontera, desde la Edad Media la ciudad ha sido dotada de diferentes infraestructuras defensivas y de vigilancia de acuerdo a la evolución del arte de la guerra. El castillo medieval, que junto con una red de torres y castillos menores defendían la frontera gallega al norte (Castelos de Monforte y Santo Estêvão) , fueron sustituidos a partir del siglo XVI por fuertes abaluartados (Fortes de SãoFrancescisco y de SãoNeutel) que hoy todavía protegen la ciudad desde las partes más alta. La tercera función de la ciudad desde su origen tiene que ver con el termalismo, y a la espera de la inauguración de los baños romanos, podemos visitar las instalaciones termales de la ciudad, con una fuente a la que puede acceder todo el público para beber su beneficiosa agua a diario.

La vigía de la frontera

Terminamos nuestro viaje en Bragança. Esta primera fundación de la monarquía portuguesa tenía un objetivo claro: vigilar y defender la recién inaugurada frontera con el Reino de León del que se acababan de independizar. Este objetivo ha quedado grabado en las piedras de la ciudad, que aún protegen en la parte más inexpugnable de su orografía el castillo desde el que se vigila “la raya”. Alrededor de este castillo creció primero una pequeña Vila, encerrada por murallas románicas, entre las que se encuentra espacios religiosos, pero también uno de los edificios del románico civil más importantes de la Península Ibérica, la Domus Municipalis de la que nos hablaban hace un par de semanas los compañeros de Flumen Durius.

También dentro de la Vila encontramos el Museo de la Mascara Ibérica; el resto de la ciudad, se desparrama entre iglesias y fachadas barrocas hasta la zona más baja, donde crece el callejero contemporáneo.

Justo en la torre del castillo de Bragança, a la vista de la frontera zamorana termina nuestro viaje; el mismo sitio donde en los años noventa el escritor Julio Llamazares comenzará su aventura en estas tierras, que luego vería la luz como “Tras-os-Montes” (Llamazares, 1998). Desde entonces hasta ahora, esta sigue siendo la región más desconocida de nuestros vecinos peninsulares, pero mucho ha cambiado: y si el escritor leonés vio en este viaje un paseo por el pasado, en cuanto a la conservación, explotación y difusión del Patrimonio Cultural, hoy en día parece un viaje hacia el futuro.

Domus Municipalis de Bragança (Wikipedia Pt) by José Antonio Gil Martínez

 

Vecinos maravillosamente desconocidos (primera etapa): Un río, una frontera y un camino de hierro para el vino

 

IMÁGENES: 1. Perspectiva de una de las galerías de extracción del complejo Tresminas (página web de complejo). 2. Fotografía del puente de Trajano sobre el río Tâmega, en Chaves (Alejandro Martín López).