Durante los últimos diez años de su vida, de 1650 a 1660, Velázquez escribió una de las páginas más brillantes de la historia de la pintura universal. A los retratos que hizo durante esa época dedica el Museo del Prado una exquisita exposición. El comisario de la muestra, Javier Portús,  invita en este vídeo a visitar la exposición, a pasear por la historia de España y de Europa, así como por la historia del retrato cortesano español.

Para la exposición, dividida en cinco secciones, se han seleccionado 29 obras, quince de ellas realizadas por Velázquez y las catorce restantes por su taller o por sus sucesores Juan Bautista Martínez del Mazo y Juan Carreño de Miranda. Se trata de “un álbum que refleja las peripecias de una familia de cuyos avatares estaba pendiente media Europa”, y muestra un momento de la vida de Felipe IV muy singular, tras la muerte de su mujer y de la de su hijo Baltasar Carlos, heredero de la corona.

La familia real se limitaba entonces al rey y a su hija María Teresa, lo que hacía imprescindible que el monarca se volviera a casar. Así sucede y Felipe IV contrae matrimonio con Mariana de Austria. De este matrimonio nacen Margarita y Felipe Próspero. En este contexto se desarrolla la labor de Velázquez como retratista.

Desde Viena
La llegada de Mariana y el nacimiento de sus hijos da lugar a una amplia demanda de retratos familiares. “Velázquez tiene que atender estas demandas y lo hace creando obras originales y manteniendo activo un taller que las reproduce”, recuerda Javier Portús, que ha contado con la colaboración del Kunsthistorisches de Viena, museo que ha prestado cinco obras de Velázquez y dos de Martínez del Mazo. Miguel Zugaza, director del Prado, agradece la colaboración del museo de Viena “que ha descolgado la colección de sus Velázquez tardíos” y asegura que la exposición permite entender por primera vez el trabajo del taller de Velázquez así como la importancia que tuvieron sus trabajos en Martínez del Mazo y Carreño de Miranda.

En Roma
El recorrido planteado por Portús, “tipológico, histórico y artístico”, comienza con una selección de obras realizadas por Velázquez durante su segunda estancia en Italia, donde triunfó como retratista en la corte de Inocencio X, presente en este espacio, y disfrutó de un ambiente cultural abierto y sofisticado, representado por Camillo Massimo. “En esta época pintó en Roma doce retratos, de los que se conservan seis, cuatro de los cuales están en la exposición”, destaca el comisario.

Mujeres y niños
Protagonistas de la segunda sala son “Las dos primas”, la reina Mariana y la infanta María Teresa a cuyos retratos tuvo que dedicarse Velázquez a su regreso de Italia. “Estas obras no se parecen en nada a lo que hizo en Roma ni a lo que pintó con anterioridad a este viaje. En los últimos diez años de su vida el artista se convirtió en retratista de mujeres y niños y eso trajo muchos cambios a su pintura”, con una gama cromática más amplia y cálida y atendiendo de forma especial los detalles. El siguiente espacio lo ocupa “La infanta Margarita”, cuyo crecimiento desde los 3 años hasta que viajó a Viena para casarse puede contemplarse en la exposición, en la que aparece en once obras. Las dos últimas secciones muestran como la historia del retrato cortesano español continúo tras la muerte de Velázquez con sus seguidores Martínez del Mazo y Juan Carreño

Vídeo compartido del Canal de Youtube del Museo Nacional del Prado.