A tres kilómetros de la frontera con Andalucía y rodeada de olivares, Extremadura posee su propia “Capilla Sixtina”, la ermita de la Virgen del Ara, por la que pasan 20.000 personas al año y que recibe este sobrenombre por la espectacularidad de los frescos del siglo XVII de su interior.

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Los visitantes que cada día visitan esta ermita, situada a siete kilómetros de Fuente del Arco (Badajoz) y recientemente declarada Bien de Interés Cultural (BIC), se sorprenden al ver las pinturas de mediados del siglo XVII que decoran la bóveda de este santuario. En ellas, al igual que en el palacio del Vaticano, se representan escenas del Génesis, explica la guía de la ermita, Ara María Martín, cuyo nombre, desconocido para muchos, es muy común en esta localidad de menos de 1.000 habitantes.

A raíz de la restauración que se hizo de estas pinturas, se sabe que, al menos, éstas son obra de seis pintores diferentes, por lo que existe la teoría de que estas pinturas pertenecen a la escuela que tuvo Francisco de Zurbarán en la vecina localidad de Llerena (Badajoz). Destacan también unas figuras geométricas pintadas en el zócalo, de finales del siglo XV, que “sólo existen en esta ermita y en el Palacio Episcopal de Llerena”. Estas, por sus tonalidades, posiblemente se pintaran con los minerales extraídos en las minas de la Jayona, ubicadas cerca de la ermita. Además, el bajo coro está decorado con pinturas del siglo XIX que “nada tienen que ver con la religión”, asegura la guía. En ellas aparecen cuatro señoras en representación de los puntos cardinales y cuatro continentes: Europa, África, Asia y América.

Con unos orígenes “un tanto difusos”, se comienza a tener constancia de la existencia de esta ermita a partir de mediados del siglo XIV, cuando es nombrada en el libro de monterías de Alfonso XI como “un lugar de devoción y peregrinación a la Virgen María”. Sin embargo, es a mediados del siglo XV cuando la Orden de Santiago se asienta en el lugar, hace una reconstrucción de la misma y añade “espacios de los que antes no disponía, como la sacristía, el camarín, el coro y la arquería que rodea la fachada sur y oeste”.

La leyenda del rey Jayón y Erminda

Es esta orden la que, para promover el cristianismo entre los habitantes de las zonas cercanas a la ermita, se cree que introdujo la leyenda del rey Jayón y su hija Erminda como origen de este santuario. Esta historia cuenta que Jayón era un ciego de la zona que profesaba la religión musulmana y que vivía junto a su hija. Mientras Erminda jugaba, se le apareció una chica vestida de blanco que se presentó como la Virgen María. Ésta, como prueba, le dijo que, si de verdad era quien decía ser, le devolviera la vista a su padre, a lo que la chica le respondió que lo haría a cambio de que ellos se convirtieran al cristianismo. Así, Jayón recuperó la vista y, como agradecimiento, construyó la ermita a la Virgen del Ara.

A pesar de la espectacularidad del lugar, ha sido desconocido incluso para muchos extremeños hasta hace muy poco. A raíz de que la ermita fuera templo jubilar, la cifra de visitantes superó 22.000 personas, una cifra récord hasta la fecha. No obstante, su declaración como BIC también ha contribuido para aumentar su visibilidad y, en octubre de este año, ya se haya superado la cifra máxima de visitantes en un año. En el último puente de noviembre pasaron por la ermita unas 1.500 personas, apunta Martín. La mayoría de los visitantes proceden de la provincia de Badajoz, aunque también hay una gran afluencia de personas de Cáceres y Sevilla, concluye.    

 

IMÁGENES: A tres kilómetros de la frontera con Andalucía y rodeada de olivares, Extremadura posee su propia “Capilla Sixtina”. La ermita de la Virgen del Ara, por la que cada año pasan más de 20.000 personas, recibe este sobrenombre por la espectacularidad de los frescos del s.XVII que decoran su interior. EFE