En las tierras de Valdeolea (Cantabria) hay unos objetos singulares que seguro que muchos han visto en la ficción. Los menhires, esas rocas típicas de las aventuras de Asterix y Obelix, decoran diferentes partes del paisaje de la comarca cántabra. Muchos turistas vienen a visitar estos monumentos característicos y es que la PR-S 61 (Ruta de los Menhires) es uno de los principales reclamos turísticos de la comunidad autónoma.

 

Autor: Luis Miguel Gallego

 

El Menhir es la forma más simple de monumento megalítico. Consiste en una piedra alargada clavada de manera vertical en la tierra. La palabra menhir es originaria del bretón: maen(piedra) e hir (larga) y se refiere a un único megalito prehistórico. La función de este tipo de monolitos no está especificada. Se sabe que son construcciones funerarias por la cantidad de tumbas con restos y cenizas que se han encontrado en sus alrededores, sin embargo, la función propia de los menhires es desconocida, aunque se teoriza que podrían haber servido como lápidas o tributo a los dioses de las sociedades que los construyeron.

En Valdeolea

La Ruta de los Menhires de Valdeolea se compone de ocho de estos monumentos: Piedrahita (también llamado El Cañón), El Peñuco, El Cabezudo, La Llaneda, La Puentecilla, La Matorra I, La Matorra II y Peñahincada. Aunque para más comodidad y facilidad de visita los separaremos en tres zonas.

El recorrido comienza en el municipio de Mataporquera, capital municipal de Valdeolea, conocida por la fabricación de cemento y la Olla Ferroviaria. La señal de inicio se encuentra en lo alto del casco antiguo junto a la Iglesia de Santa Eulalia, construida en el siglo XVI y uno de los monumentos religiosos del pueblo. Desde aquí nos dirigimos hacia la cima para entrar a las pistas que nos llevará al Monte Calí y a la primera zona.

El Cañón es el primero de la ruta y se encuentra a 2,3 kilómetros del inicio. Entre sus características más interesantes cabe mencionar su localización (situado entre árboles como si de un monumento mágico se tratase) y su nombre (llamado así por el parecido a un cañón cuando aún no había sido restaurado y estaba hincado). Muy probablemente todos los infantes que han crecido en la zona hayan visitado este menhir. Cerca se encuentra también El Peñuco, cuyo emplazamiento es perfecto para sacar fotos panorámicas de los pueblos de la zona y pararse a hacer un picnic en verano. El tercero ya un poco más alejado nos lleva hacia el conocido en la zona como “El Olmo” para ver uno de los menhires más grandes de España, El Cabezudo, de 4,83 metros de altura, algo impresionante.

La zona número dos comienza en el pueblo de La Cuadra donde se encuentra La Llaneda, un Menhir del que no se conoce su emplazamiento original, que fue situado aquí para facilitar su visita. Frente a este, cruzando un arroyo también está La Puentecilla, el cual tuvo que ser restaurado porque se encontraba partido en dos. Legando a Casasola encontraremos a los dos menhires gemelos de La Matorra, los hermanos pequeños de la ruta con 1,60 y 2,20 metros de altura.

El clímax del recorrido, a siete kilómetros de distancia, es Piedrahincada o Piedra de Sansón, gracias a la leyenda de que fue este personaje el que lo clavó en el suelo. Parece muy lejos del resto, pero como aliciente en la zona media(pueblos alrededor de Olea) se disfruta de la zona más romana de la comarca con calzadas romanas y la ciudad más importante de las nueve fundadas en Cantabria, Julióbriga.

La PR-S 61 es mucho más que los menhires. La PR-S 61 son sus vistas, su ambiente, sus pueblos, su gente, sus monumentos (como la Iglesia de Santa María la Real de las Henestrosas) y los recuerdos que se crean disfrutando del camino. La ruta son más de cinco mil años de historia, esperando para ser visitados.