El conjunto de tres retablos de estilo barroco, que alberga el santuario de Nuestra Señora de Ocotlán, en el estado mejicano de Tlaxcala, recupera poco a poco el esplendor que tuvo hace tres siglos, mediante procesos de restauración que coordinan especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

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Cubiertos con hoja de oro, los retablos escultóricos realizados en la primera mitad del siglo XVIII, de madera ensamblada, dorada y policromada, están dedicados a la Virgen de Ocotlán, la Pasión de Cristo y la Virgen de Guadalupe. Sobre los andamios, que alcanzan más de 10 metros de altura, trabaja un numeroso equipo de restauradores que se esmera en recuperar el esplendor de este importante conjunto de retablos.

El trabajo comenzó en mayo pasado y en diciembre concluirá la restauración del retablo de la Pasión de Cristo, en tanto que las labores en los de la Virgen de Ocotlán y la Virgen de Guadalupe, se prolongarán hasta 2015.  La restauradora Claudia Jazziel Lumbreras Delgado, del Centro INAH Tlaxcala, informó de que las obras presentaban principalmente problemas relacionados con intervenciones anteriores que en su momento ofrecieron soluciones, pero alteraron el conjunto original, además de algunos desperfectos en los dorados y en algunos elementos decorativos, como tallas y molduras.

La especialista explicó que, si bien los retablos datan de la primera mitad del siglo XVIII, las esculturas que los decoran tienen diferentes temporalidades. “Por su técnica de manufactura, encontramos que algunas son del siglo XVIII y otras del XIX, estas últimas pudieron haber pertenecido a retablos ubicados en la nave y que luego se incorporaron al conjunto. Por eso hay elementos escultóricos que se repiten, como los arcángeles o las figuras de San Juan”. Añadió que en la restauración se ha buscado aplicar un mismo criterio, ya que se trata de un conjunto de retablos que forman una unidad. Primero se creó el de la Virgen de Ocotlán, luego el de la Pasión y por último el de la Virgen de Guadalupe, lo que se advierte por la decoración y calidad de los materiales de manufactura.

Al detallar el proceso de restauración, la experta comentó que se hizo la propuesta para trabajar en cuatro etapas. La primera incluye la estabilización material, luego la limpieza superficial (eliminación de polvo) y química (eliminación de restos de barnices, suciedad incrustada, manchas de humedad y de pintura), posteriormente la reposición de elementos y, finalmente, el resane y la reintegración de los dorados y de las policromías de ángeles y esculturas. Para ello, se han adaptado dos talleres en los que se intervienen las esculturas y se elaboran las tallas para la reposición de faltantes.

 

IMAGEN: Fotografía facilitada por el INAH del proceso de restauración de los retablos