El Centro Cultural Conde Duque acoge desde hoy una exposición fotográfica que muestra el paso del tiempo en artistas que marcaron la vida cultural de los años de “la movida”, los que la revista “La Luna de Madrid” llamó “Los 87 del 87”, y los enfrenta a su hoy en un ejercicio “de orgullo nada nostálgico”.    

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Así lo ha manifestado su creador y comisario, el realizador y documentalista Félix Cábez, quien cuenta que el origen de la idea está en el número especial que la mítica publicación cultural de los 80. “Allí estaban todos los que el equipo de ‘La Luna’, dirigido por José Tono Martínez, decidió que eran los 87 representantes de una generación que iban a orientar el futuro social y cultural de la época por venir”, ha dicho.    

Hoy, de aquellos artistas iniciales, diez están muertos, y cuatro “no han querido verse en el espejo del tiempo”; el resultado son 56 nuevas fotos, realizadas por quince fotógrafos muy diferentes, de los veintitantos a los sesenta años, comenta.

La idea, apunta Cábez, “es que cada persona que lo vea extrapole y se una al juego de proyectar su propia experiencia, ya sea porque él mismo tenga una edad, o porque seas joven y te proyectes hacia adelante. Ahí es pensar qué será de ti dentro de treinta años”.

Pero “sin ninguna nostalgia”, enfatiza Cábez. “No tengo problema con echar la vista atrás, al revés me gusta analizar la evolución, el paso del tiempo, los logros, los fracasos, la evolución de la belleza y si es cierto que la gente bella tuvo más opciones que los demás”, reflexiona.    

De Martirio a Lia Chapman

La muestra exhibe enmarcadas las páginas originales de “La Luna” y, replicadas junto a ellas, las nuevas imágenes, comentadas con un texto que contextualiza ambos momentos de la vida del personaje. Gente como Martirio, Agustín Ibarrola, Vicente Molina Foix, Rossy de Palma, Coque Malla, Cristina del Valle, Eduardo Campoy, Duncan Dhu, Chantal Grande o Lia Chapman.

La selección de los 87 “que iban a cambiar el mundo” fue “sorprendentemente acertada”, sostiene Cábez, quien después de documentar a cada uno de ellos concluye que “un porcentaje muy grande sigue trabajando en lo que apostó, en algunos casos, con enorme éxito, económico y personal”.

Pero la exposición, que se ha titulado “La generación del 87. Orígenes y destinos. 1987-2017”, y se puede ver en el Cuartel de Conde Duque hasta el 9 de abril, habla también “del sida, de las drogas, y de los que se que se quedaron atrás”.

Generación sin límites

La clave para entender la muestra, dice el comisario, está en esa generación que “tenía un denominador común: que parecía que no había límites, ni barreras. Soñar era algo bien visto. La gente que soñaba con ser escritor no dudaba de que iba a publicar no una, sino treinta novelas. Los pintores iban a exponer, los actores iban a protagonizar obras maestras”.    

“Era un sentimiento común, y cuando toda una sociedad tiene la idea de que puede conseguir sus metas, que el dinero no es la motivación, o al menos no está por encima de la motivación personal y las ganas de crear, cuando esto pasa, se refleja, porque todo el mundo lo proyecta. Ahora es justo todo lo contrario”, se lamenta.    

Critica la inexistencia del “magma” que proteja la creatividad y el “miedo” a dedicarse a algo que no te permita vivir; aparte, dice, “hay que luchar con términos peyorativos, como culturetas. Hoy vamos en otra dirección”. En su opinión, en los últimos años ha habido una “involución clara”, derivada de la crisis económica, más recientemente, pero sobre todo de la revolución tecnológica, que “aún no se sabe dónde terminará”.    

Por eso, considera que “este es el momento para revisar y sacar lecciones. Para valorar una sociedad que no se avergonzaba, que estaba orgullosa de lo que estaba viviendo y que sentía ansias de libertad y las ejercía. Salíamos de una represión y la gente tiró para adelante. Y disfrutó”. 

 

IMAGEN: Parte de la exposición “La generación del 87”. EFE