El equipo investigador que trabaja en el yacimiento de Quibas en Murcia ha identificado una sucesión de cambios climáticos que se produjeron entre hace 1.100.000 y 900.000 años. Esta es la primera vez que se registra esta alternancia climática en Europa para este periodo de tiempo. Las nuevas pruebas servirán para entender cómo afectaron al medio europeo los diferentes cambios climáticos que golpearon el continente. El estudio que ha estado a cargo de Casto Laborda-López, investigador de la Universidad de Jaén, ha publicado sus resultados en la revista internacional Quaternary International.
El trabajo ha consistido en el análisis de la composición mineralógica de los sedimentos de cada uno de los niveles del yacimiento, de manera que han podido identificar y diferenciar aquellos estratos que se depositaron en épocas glaciares áridas, de aquellos que lo hicieron en momentos interglaciares húmedos. De esta manera los resultados permitirán conocer cómo afectaron estos cambios al medio terrestre europeo. que se sucedieron desde la fase MIS 33 hasta la fase MIS 27, donde se alternaron 4 episodios húmedos con 3 áridos. Estos cambios estaban modulados por intervalos de unos 40.000 años, resultado de las variaciones en la inclinación del eje de la Tierra.
El yacimiento de Quibas se trata de un enclave único en Europa por su edad. La existencia de fósiles de vertebrados e invertebrados de hace un millón de años hace de este enclave una oportunidad única para avanzar en el contexto paleoambiental y faunístico. Desde su descubrimiento en 1994, el yacimiento ha aportado restos fósiles de más de 80 especies que van desde grandes mamíferos a reptiles, aves o anfibios.
Por otra parte, su formación, hace aproximadamente un millón de años, y los cambios de temperatura y geológicos han ayudado la clasificación de dichos fósiles gracias a la creación de diferentes capas que explican a que periodo pertenecen. Es más, se ha podido observar un importante cambio en la fauna que aparece en los distintos niveles de Quibas debido a este cambio ambiental, que implicó la desaparición progresiva de los bosques necesarios para su supervivencia. Esto se debe a que al contrario que en los episodios glaciares dados en el norte de Europa donde las temperaturas disminuyen, en la zona mediterránea los cambios se daban en los periodos intermedios entre una fase árida y una fase húmeda.
Estos fósiles sumados al trabajo de los paleoclimatólogos, que gracias a sondeos en los fondos oceánicos, donde hay un registro continuo de sedimentos que ha permitido reconstruir la historia climática de la Tierra de los últimos 3 millones de años, han ayudado a conocer bien las fases glaciares e interglaciares del Pleistoceno. Aunque con matices, ya que al contrario que en el mar, los episodios en tierra se registran de manera discontinua e incompleta y por ello es necesario aprovechar cada mínima prueba para llenar los huecos desconocidos en la actualidad para el ser humano.
Las conclusiones a las que ha llegado el equipo investigador liderado por Casto Laborda-López y que ha contado con la participación de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Murcia, la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA) ayudarán a entender esos momentos desconocidos que todavía necesitan una gran cantidad de tiempo de investigación.