A las orillas del río Hudson, a poco más de una hora en tren de la ciudad de Nueva York, una vieja fábrica de galletas cumple una década afianzada como uno de los mayores museos de arte contemporáneo del mundo: Dia:Beacon.

Redacción Canal Patrimonio

Dia Beacon Nueva York- EFE- 15072013

El ladrillo, acero, hormigón y los ventanales de esta construcción de 1929, un ejemplo único del pasado industrial del valle del Hudson, conviven con las luminosas estructuras de Dan Flavin, las gigantescas esculturas de Richard Serra o los retorcidos metales de John Chamberlain. La  llegada de esa impresionante colección de arte a la vieja fábrica donde se imprimían las cajas de las famosas galletas Nabisco no fue premeditada; más bien, sucedió gracias a los azares del destino.

En los años noventa la Fundación Dia estaba buscando un recinto para instalar su colección permanente, que fueron amasando desde finales de los años sesenta el marchante alemán Heiner Friedrich y su acaudalada esposa, Philippa de Menil. La fundación llegó entonces a un acuerdo con el Museo de Arte Contemporáneo de Massachusetts (Mass MoCA) para comprar unas fábricas abandonadas e instalarse allí, a unas cuatro horas de la ciudad de Nueva York.

“Cuando el director de la Fundación Dia estaba volviendo desde Massachusetts hasta Nueva York, cruzó por el valle del Hudson y vio desde el avión la fábrica de Nabisco abandonada”, explica en una entrevista con Efe la directora gerente de Dia:Beacon, Susan Batton. Entonces comenzó un largo idilio que prosiguió en 2003 con la inauguración de este espectacular museo de 22.300 metros cuadrados de espacio de exposición, que el año pasado visitaron unas 75.000 personas.

Ampliar la colección

Las celebraciones por estos diez años de Dia:Beacon se producen en un momento dulce para la institución, puesto que en mayo adquirió una treintena de obras, entre ellas algunas de artistas de la talla de Dan Flavin, John Chamberlain, Agnes Martin o Bruce Nauman. “Esta adquisición es absolutamente clave, no solamente para celebrar nuestro pasado, sino también para entender de verdad y construir nuestro futuro”, señala el director de la fundación, Philippe Vergne.

Décimo aniversario
Durante estos diez años, Dia:Beacon se ha establecido como un museo de referencia que ofrece no solamente el espacio que se merecen las grandes obras que alberga, sino mostrarlas en un paraje natural privilegiado, con luz natural gracias a sus enormes tragaluces. El mantra de Dia:Beacon es “dejar respirar a la obra”, por lo que aquí campan a sus anchas las gigantes “Torques Ellipses”, de Serra, que envuelven al visitante con sus laberínticas paredes de acero, o la instalación “North, East, South, West”, de Michael Heizer, unos enormes y profundos agujeros en el suelo con formas rectangulares y circulares, construidos específicamente para el museo.

Warhol, Knoebel y Bourgeois
Si las “Sombras” de Andy Warhol acaparan con su exploración del color y las formas la sala principal del museo, los “24 Colores” de Imi Knoebel y las placas de acero recostadas en el suelo de Walter de María sirven como corredor natural hacia las galerías posteriores, donde habitan los hilos transversales de Fred Sandback, que consiguen crear muros imaginarios. En el ático hiberna una de las monumentales y archiconocidas arañas vaciadas en bronce de Louise Bourgeois, mientras que el sótano está dedicado, entre otros, a la exposición temporal de Alighiero e Boetti, que muestra una obsesiva recopilación de 5.040 cartas que el artista envió desde diferentes ciudades de Italia a su casa en Turín.

La muestra permanecerá en Dia:Beacon durante todo un año, “lo que permite a los visitantes verla en diferentes estaciones y diferente luz”, explica la directora del museo.

IMAGEN: Fotografía cedida por Dia Art Foundation de la instalación “Wall Drawing” (dibujos sobre muro) de Sol LeWitt en el Dia Art Fountation. EFE/Richard Barnes/Dia Art Foundation