El Museo del Prado presume una vez más de su taller de restauración y lo hace en esta ocasión con motivo de la llevada a cabo en “El calvario”, de Rogier van der Weyden, “una de las mayores obras de arte que ha visto jamás el mundo”.

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Así lo afirmó Lorne Campbell, comisario de la exposición y experto considerado la mayor autoridad en Van der Weyden, al que valoró como “uno de los mejores pintores” de la historia. Esta afirmación se hace realidad al contemplar la exposición “singular” e “irrepetible” en la que por primera vez se han reunido las tres únicas pinturas “que se pueden atribuir con toda seguridad” a la mano del artista. Estas obras ni siquiera estuvieron nunca juntas en vida del autor, que murió en Bruselas en 1464.

Se trata, además de “El calvario”, del “Tríptico de Miraflores”, donada por el rey Juan II de Castilla a la Cartuja de Miraflores en Burgos y propiedad de la Gemäldegalerie de Berlín, y “El descendimiento”, que se conserva en el Museo del Prado y que fue pintado para la Iglesia de Nuestra Señora de Extramuros de Lovaina. Todas ellas, según el experto, “permiten valorar con precisión el enorme genio” del artista, que plasma la realidad y “lo imposible” de manera muy convincente. “Tiene un gusto por las líneas y las formas muy desarrollado”, y sus composiciones están basadas en armonías geométricas.

“Era capaz de pintar cualquier cosa ignorando la lógica del espacio y de trascender el espacio entre pintura y escultura”, señaló Campbell y consideró que se trata de “obras supremas de arte de la mayor calidad”, en las que siempre descubrimos algún detalle nuevo. Además de las mencionadas, destacan el “Tríptico de los Siete Sacramentos”, del Koninklijk Museum de Amberes, y “La Virgen con el Niño, llamada la Madonna Durán”, del Prado, que forman el grupo de las “cinco obras maestras del pintor más influyente del siglo XV”, para Gabriele Finaldi, director adjunto del Prado. A estas se unen pinturas procedentes del taller del pintor, como la de “Isabel de Portugal”, y de artistas como Juan de Flandes, Robert Campin, el Maestro de don Álvaro de Luna, el Maestro de la Leyenda de Santa Catalina o Egas Cueman.

La restauración

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Hace más de tres años, “El calvario”, propiedad de Patrimonio Nacional y pintado entre 1457 y 1464, año de la muerte del artista, fue descolgado del Monasterio de San Lorenzo del Escorial para iniciar su proceso de restauración. Los diferentes emplazamientos, accidentes e intervenciones a las que fue sometida la obra durante más de 500 años habían influido tanto a nivel estético como en la conservación del soporte y la capa pictórica.

Gracias al acuerdo firmado entre Patrimonio Nacional y el Prado y de la colaboración de la Fundación Iberdrola, además de las labores de restauración del soporte y de la superficie pictórica, que han devuelto a la obra su estado original, se han realizado trabajos de documentación técnica y de investigación. José de la Fuente, “auténtico mago de los soportes” según el director del Prado, ha sido el responsable de la restauración del soporte, mientras que de la superficie pictórica ha sido la restauradora de Patrimonio Nacional Loreto Arranz.

Para esta gran composición (de 3,24 por 1,94 m y más de 200 kg), el pintor utilizó catorce paneles de roble Báltico, sujetos con una estructura débil. En cuanto a la pintura, los paños de la Virgen y san Juan han recuperado el blanco original con el que eran descritos por autores del siglo XVII. “El calvario”, donado por Van der Weyden a la Cartuja de Scheut (Bruselas), fue comprado por Felipe II para el Monasterio del Escorial. Liberado de las exigencias de un cliente concreto y planteado como una obra de gran formato, en ella llevó a la perfección unas ideas que venía elaborando desde hacía muchos años, según los expertos.

Con esta obra finaliza el recorrido de la “ambiciosa monográfica, la primera de Van del Weyden en España”, que muestra lo “mejor del Renacimiento” y con la que el Prado ha querido “festejar el trabajo de recuperación del ‘Calvario'”, señaló Miguel Zugaza.  Tras su exhibición en el Prado, la pintura “volverá a ocupar un lugar privilegiado, como icono de la colección de Felipe II, en el Monasterio del Escorial”, en un emplazamiento especial en las salas capitulares “y cerca de obras de Velázquez, El Bosco, Ribera o Bernini”.  EfE_Mila Trenas.

IMÁGENES:  Vista de los cuadros “El Calvario” y “Descendimiento de la cruz”, dos de las obras fundamentales de la exposición que el madrileño Museo del Prado dedica a “Rogier van der Weyden”. EFE