La villa palentina jugó un papel crucial en la vida del monarca, que en muchos momentos de su vida buscó cobijo en el palacio de los Condes de Buendía, por entonces ubicado en esta localidad.

Canal Patrimonio_ Víctor Amor/ ICAL

Palacio de los Condes de Buendía, Dueñas

Los adjetivos que se aplican a la catedral palentina de ‘Bella desconocida’ podrían extenderse perfectamente a partes de la historia de la provincia que son extrañas para el común de los mortales; desde la época visigoda, patente en los vestigios de la propia catedral y la iglesia de San Juan de Baños o la construcción de la primera Universidad en 1208, hasta el estrecho vínculo de la localidad de Dueñas con uno de los reinados más fuertes de la historia nacional, el de los Reyes Católicos.

Una etapa conocida como la “época dorada de Dueñas”. Una historia que empieza cuando aún no se había constituido la unidad política, y los Reinos de Castilla y Aragón, llevaban caminos separados, en los días previos al enlace entre Isabel y Fernando. El 9 de octubre de 1469, éste llega a la villa escoltado por 200 lanceros. Tan sólo cinco días más tarde, el heredero de la Corona de Aragón partió de Dueñas hacia el Palacio de Vivero de Valladolid, donde tuvo lugar uno de los enlaces matrimoniales más relevantes para la historia de España.

El Palacio de los Buendía residencia de Isabel y Fernando

Desde entonces esta localidad palentina se convirtió en un refugio para el joven matrimonio, que se enfrentaba a tiempos convulsos, con Isabel y su hermano el rey Enrique IV encontrados por fijar la sucesión al trono castellano. Hechos que convirtieron Valladolid en un lugar hostil para Fernando e Isabel, que en mayo de 1470 fijaron como residencia temporal el Palacio de los Buendía de Dueñas, lo que conllevó que la primera hija del matrimonio, Isabel de Aragón, naciera en esta localidad y fuera bautizada en ella, aunque no se sabe con certeza si en la capilla que poseía el palacio botijero o en la iglesia parroquial. La primogénita del matrimonio se convertiría, años más tarde, en Reina de Portugal tras casarse con Manuel I y gracias a la política matrimonial que llevaron a cabo sus padres.

Palacio de Buendía. Dueñas

Esta larga estancia de Isabel y Fernando en Dueñas ocasionó serios problemas económicos para los Condes de Buendía, quienes tuvieron que vender algunas de sus posesiones para poder mantener la regia corte, que dejó la villa botijera a principios de 1471 para trasladarse hasta la ciudad vallisoletana de Medina de Rioseco.

Desde esta partida, el goteo de visitas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón a Dueñas se interrumpe, quizá porque La Católica está sumida de pleno en el conflicto por la herencia del trono castellano con su sobrina Juana, llamada por sus adversarios ‘La Beltraneja’, hija de su hermano el rey Enrique IV, aunque las malas lenguas atribuyeron la paternidad al noble castellano Beltrán de la Cueva. De ahí el apodo y su ilegitimación para ostentar el trono del Reino. Tras una ardua guerra civil en la que Isabel de Castilla contó con la mayoría de los apoyos, entre ellos el amparo de la Casa de los Buendía, Isabel se proclamó reina soberana de Castilla en el alcázar de Segovia en 1474. Año en el que Fernando volvió a Dueñas para recibir, por parte de una embajada procedente de Borgoña, el toisón de oro, en una ceremonia que tuvo lugar en la iglesia de Santa María de la Asunción de la villa.

A partir de aquí, comienza la historia por todos conocida, reflejada en infinidad de libros y trabajos audiovisuales; una de las etapas históricas de nuestro país más recordadas y representadas, también, en el arte. Desde la construcción del Estado Moderno, pasando por el descubrimiento de América en 1492; por la reconquista de los reinos de Al-Andalus que culminó ese mismo año con la toma de Granada, en la que también tomo parte la Casa de los Buendía; o por las políticas matrimoniales de su reinado que llevaron a sus hijos a contraer matrimonio con los herederos de las grandes monarquías europeas, como el enlace de Catalina de Aragón con el rey Enrique VIII de Inglaterra o el de Juana de Castilla con Felipe de Austria, en el irrefrenable impulso de Isabel y Fernando por estrechar potentes lazos de unión con estas monarquías haciendo gala de sus políticas expansionistas.

Una época que tocó a su fin con el fallecimiento de Isabel I de Castilla el 26 de noviembre, a los 53 años, a consecuencia de una hidropesía, derivada de lo que probablemente fue un cáncer de cuello de útero. Muerte que volvió a desencadenar el tormento de la sucesión en el esplendoroso reino castellano ante la oposición de Fernando y Felipe el Hermoso de que Juana I de Castilla ascendiese al trono, para lo que alegaron la locura de esta, logrando así su inhabilitación. Es casi un año después de la muerte de Isabel La Católica cuando Fernando contrae matrimonio por poderes con una joven de 18 años, Germana de Foix, cuya figura no despertaba ninguna simpatía entre las gentes, según reflejan algunos autores. Un año después, en 1506, Fernando y su nueva esposa vuelven a refugiarse en Dueñas al amparo de su primo Juan, el III Conde de Buendía. Fue en esta villa palentina donde Fernando de Aragón y su joven mujer celebraron su boda eclesiástica, en concreto en la capilla del palacio de los condes. Un palacio, testigo importantes acontecimientos de la historia de España, del que en la actualidad se conserva poco más que el solar.

Puerta muralla villa de Dueñas

El vínculo con el Condado Buendía

Resulta curioso, cuando menos, comprobar que la villa de Dueñas jugase un papel tan importante en la vida de Fernando el Católico, ejerciendo de refugio en momentos desfavorables para el monarca. Pero más interesante es el vínculo que une al rey de Aragón con la casa de los Buendía, a través de la hermanastra de su madre, Inés Enríquez, casada con el II conde de Buendía, Lope Vázquez de Acuña. Junto a la unión familiar está el trascendental apoyo a la entronización de Isabel por parte de los señores de Acuña o el papel fundamental en la negociación para el matrimonio de los Reyes Católicos del arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo de Acuña, miembro de esta Casa.

IMÁGENES: Detalles de la iglesia de Dueñas, así como de los restos del palacio de los Buendía o de la puerta de la muralla de la localidad. Agencia ICAL_Manuel Brágimo